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China: ¿disparador de una nueva crisis global?

Publicado 29.02.2016, 03:48
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En el último tiempo, las malas noticias sobre las caídas de las bolsas financieras, como la Bolsa de Shanghái y la Bolsa de Hong Kong, han dominado los titulares de gran cantidad de diarios mundiales y su efecto ha arrastrado, en el corto plazo, a muchas bolsas del mundo hacia el mismo camino.

El gráfico siguiente muestra la caída de los últimos 3 meses del índice SSE (índice bursátil de todos los valores que se negocian en la bolsa de Shanghai) y como en varios momentos la misma arrastra a alguno de los índices más representativos de las bolsas más importantes del mundo como el S&P 500 en EE.UU., el Dax en Frankfurt y el FTSE 100 en Londres:

FTSE 100, S&P 500, Dax y SSE

Fuente: Yahoo (O:YHOO) Finance

China ha comenzado un período de ralentización con indicadores poco alentadores de cara al futuro crecimiento de su producto bruto interno. Su índice PMI (Purchasing´s Manager Index) de manufactura está debajo de 50, un número bastante alarmante que muestra poca recuperación (ver cuadro siguiente):

Evolución de PMI manufacturerode China (YTD)

PMI manufacturero de China

Fuente: Markit Financial Information Services

Otros indicadores como el stock de reservas en dólares están viéndose erosionadas (de USD 4 trillones a USD 3.3 trillones en el último mes) por fugas de capital de jugadores claves de la economía que buscan su refugio en el dólar. Situación también que se refleja en la caída del valor del yuan frente al dólar a los niveles más bajos de los últimos 4 años.

¿Cuáles son los motivos de la disminución del ritmo de crecimiento en China?

A continuación expongo 3 motivos que, a mi entender, son las causas principales de dicha ralentización:

Exceso de capacidad (específicamente en la industria manufacturera, tanto pública como privada): muchas industrias, como la textil, la de acero, la inmobiliaria, entre otras, están “sobrecargadas” de inversión de capital por la euforia de tiempos pasados. Solo a modo de ejemplo quiero citar 2 números de la industria del cemento y el acero. En lo que hace al primero, China produjo durante 2011 y 2012 tanto cemento como produjo USA en todo el siglo XX. En lo que respecta al acero, el país asiático está produciendo 4 veces más que los siguientes 4 mayores productores mundiales (Japón, India, USA y Rusia). Sumado a esto, la demanda del acero y la electricidad (2 recursos claves), están en baja.

Ineficiencias de la “vieja economía”: el Estado chino es dueño de gran cantidad de empresas y además controla el mercado financiero, como por ejemplo, la Bolsa de Shanghái que aún no está abierta a inversores extranjeros.

Hoy en día, el mercado financiero refleja los problemas de esta “vieja economía”. El 55% del market cap (cantidad de acciones de una empresa multiplicada por su valor en la Bolsa) del índice CSI 300 (índice que replica 300 acciones que se comercializan en la bolsa de Shangai y en la de Shenzhen) está en manos de empresas de propiedad estatal, y dicho índice ha mostrado signos de empeoramiento a lo largo de los últimos años.

El siguiente gráfico deja en claro la dramática caída de dicho índice en el último año, con una pérdida de casi 22%:

Evolución del índice CSI 300 (000300.SS) YTD

China

Fuente: Yahoo Finance

La República asiática tiene un desafío por delante, el de reformar su economía, la de liberalizar el mercado y desmonopolizar las grandes empresas en manos estatales.

Un dato que resulta interesante es que el retorno promedio sobre la inversión, ROE (return on equity) por sus siglas en inglés, es el doble en empresas privadas que en estatales, ya que las primeras están menos apalancadas y, se podría decir, son más eficientes.

Para acompañar el crecimiento social y económico es necesario romper con posiciones monopólicas y fomentar la competencia entre firmas. Sin duda, este es un trabajo engorroso para la República China, pero sobre todo para sus jugadores políticos.

“Lewis turning point”: mucho se ha debatido sobre si China ha alcanzado o no el famoso punto de inflexión de Lewis o, más conocido como “Lewis turning point”.

Para ponerlo en términos sencillos, para Lewis, la economía se basaba en 2 sectores: uno de baja productividad, con exceso de mano de obra y otro de alta productividad. El punto de inflexión se alcanza cuando se reduce el exceso de mano de obra del sector de baja productividad (agricultura, en el caso de China) y como consecuencia, aumentan los salarios del sector de alta productividad (manufacturero en China), que antes podía cubrir con mano de obra barata del sector menos productivo; las utilidades se contraen y la inversión cae.

Es cierto que China se ha caracterizado en el último tiempo por mano de obra barata (sobre todo en el sector agrícola). Pero dada una serie de políticas implementadas por el gobierno (como la política de 1 solo hijo por familia, entre otras), su estructura demográfica ha venido cambiando y el exceso de mano de obra ha disminuido en el último tiempo. Sin embargo, China ha pasado por varios recortes laborales e incluso aumentos de salarios que llevan al debate la idea de que haya alcanzado o no el punto de inflexión de Lewis.

Más allá de haber alcanzado o no dicho punto de inflexión, lo que es cierto es que el objetivo de la clase media china nunca fue ser el honorable productor más barato para el mundo. Pero al mismo tiempo, se encuentran con la contradicción de no haber llegado aún a ser un país innovador que permita disociarlos de su figura de productor económico.

En fin, China necesita un cambio de modelo, un vuelco hacia un nuevo modelo con reducción de sobrecapacidad y de posiciones monopólicas, un modelo más eficiente que provea las condiciones para una economía basada en innovación, con mayor consumo y menor desigualdad.

Otra pregunta que inquieta al mundo es si los malos indicios de la República China podrían desencadenar una nueva crisis financiera mundial. Mi primera impresión, es que eso no debería suceder.

En primer lugar, el endeudamiento chino (como % de su PBI) es del 300%, similar al de USA y Alemania, pero incluso menor que el japonés (500%) y el de Inglaterra (450%). En China, el ratio de deuda sobre PBI se ha incrementado desde 157% en 2007 a 290% a mediados del 2015 (ver cuadro siguiente):

Deuda de China

Como respuesta a la crisis del 2008, China promovió gran aumento de inversión impulsado con deuda para compensar la débil demanda externa. Como resultado, la cantidad de capital necesario para generar resultados adicionales se ha duplicado en comparación al inicio del 2000.

Sin embargo, su sistema financiero tiene pocos canales de transmisión del riesgo financiero ya que los extranjeros mantienen en sus portfolios poca deuda del gobierno chino o de sus derivados, como sí mantienen colaterales, derivados y papeles de USA, Alemania, entre otros.

En segundo lugar, la contracara de la deuda son los depósitos (ahorros), no deudas securitizadas ni derivados sintéticos. Las familias chinas ahorran cerca de un tercio de su ingreso disponible. Esto explica, en parte, por qué el consumo está en niveles cercanos al 40% del PBI. Por eso, me atrevería a decir que el apalancamiento está contenido, y aun así todavía cuentan con el poder de ser la “fábrica del mundo”. En este sentido, me atrevería a creer que China no exportaría inestabilidad al mundo en el largo plazo.

China necesita una transición a una economía más balanceada con caída de ahorros e inversión en deudas y aumento de consumo a ritmos del PBI. Pero esto aún parece no estar sucediendo o si realmente está sucediendo, se está gestando a un ritmo muy lento. En definitiva, considero que el desafío de China es reinventarse como una nueva economía, y si es capaz de lograrlo, se hará del empujón necesario para el crecimiento global de las próximas décadas.

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