Por Angus Berwick y Elisabeth O'Leary
EDIMBURGO/MADRID (Reuters) - Los movimientos independentistas en Cataluña y Escocia, los dos más fuertes en Europa, están entrando en una nueva fase, y de ambas experiencias hay que extraer lecciones hasta ahora.
Los separatistas obtuvieron el domingo una clara mayoría de escaños en el Parlamento catalán, lo que profundizará la confrontación con el Gobierno de Madrid.
Pese a la pasión y la esperanza, tanto escoceses como catalanes afrontan una vía complicada, ya que cuentan con la oposición de obstinados gobiernos centrales, de las autoridades de la Unión Europea y de la banca y los empresarios.
Y ninguna de las partes disfruta de un apoyo mayoritario de su población. Pero como poco seguirán siendo una espinita para los políticos de Reino Unido y España en los próximos años.
"Cualquiera que esté viendo los acontecimientos en Cataluña ahora estará experimentando una fuerte sensación de 'deja vu'", dijo el analista escocés David Torrance en el Glasgow Herald del domingo.
"Una coalición de independentistas prometiendo la secesión en 18 meses, creando alarmismo sobre la UE y las pensiones, y el diálogo sobre el federalismo como posible compromiso. Es tentador decir que estuvimos ahí y que hicimos tal cosa", añadió.
El presidente en funciones de Cataluña, Artur Mas, dirigiéndose a sus jubilosos seguidores en Barcelona el domingo, dijo que el movimiento independentista contaba con el mandato para seguir adelante.
Pero la Constitución española no permite la escisión de una región y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se opone radicalmente a cualquier intento de celebrar un referéndum sobre la secesión.
El impulso independentista escocés, encabezado por el Partido Nacional Escocés (SNP), perdió un referéndum en septiembre de 2014.
Pero luego, el SNP obtuvo una aplastante victoria en las elecciones británicas de mayo, haciéndose con 56 de los 59 escaños del Parlamento que corresponden a Escocia, y afirma que en algún momento del futuro Escocia se debe celebrar un segundo referéndum.
Muchos catalanes vieron la consulta escocesa como ejemplar porque el primer ministro, David Cameron, respetó el derecho de los escoceses a dar su opinión. La estrategia de Rajoy ha sido rechazar el argumento nacionalista catalán, al que describe como un "disparate".
Michael Keating, profesor de política europea en la Universidad de Aberdeen, dijo que la experiencia catalana sólo tendría un impacto pequeño en Escocia, pero que la escocesa pesaría sobre los catalanes.
"El 'sí' dirá ahora en Cataluña que tienen el mandato para seguir la vía escocesa, porque como los nacionalistas escoceses tienen mayoría", dijo a Reuters.
Antes de las elecciones, el movimiento independentista dijo que un buen resultado permitiría avanzar hacia una Cataluña independiente en 18 meses.
Sin embargo, la forma más práctica de proseguir es un período de negociaciones con el gobierno que emerja de las próximas elecciones generales, posiblemente obteniendo un régimen fiscal más favorable y una relación de tipo federal.
En cuanto a Escocia, el momento de otro referéndum es crucial ya que el SNP necesita asegurarse de que gana esta vez, puesto que de otro modo el tema estará muerto y enterrado durante una generación.
Su posición debería ser explicado en su manifiesto para las elecciones locales escocesas de mayo.
Cameron dice que Escocia ha tenido ya su referéndum y es improbable que Westminster permita otro. La líder del SNP, Nicola Sturgeon, dice que depende de Escocia decidir si hace otra consulta y que algunas decisiones podrían propiciarlo.
Entre ellas figura si Westminster incumple sus promesas de una mayor devolución para Escocia. También importante es el resultado del prometido referéndum sobre si Reino Unido debería permanecer en la Unión Europea, con Escocia queriendo quedarse.
CON O SIN EL EURO
Las autoridades de la UE han permanecido frías con ambos movimientos de independencia.
Antes de las elecciones catalanas, los separatistas experimentaron el mismo tipo de ofensiva que capearon los escoceses antes del referéndum. Los bancos amenazaron con marcharse de la región y se les dijo que Cataluña quedaría fuera del euro y de la Unión Europea.
Ambos movimientos se han seguido de cerca pero han sido cautos en pregonar una causa común.
Antes de las elecciones catalanas, sin embargo, el SNP instó a España a permitir una consulta, y el diputado Alyn Smith dijo que los intentos para bloquearla serían "antidemocráticos, antieuropeos y potencialmente explosivos".
Posiblemente fuera la moneda de cambio a la férrea postura de Madrid contra la independencia de Escocia del año pasado.
La respuesta del Gobierno escocés a los comicios catalanes fue cauta. Pese a felicitar a los ganadores, también dijo que el referéndum era parte de un proceso acordado por los gobiernos escocés y británico.
"Los acuerdos constitucionales en Escocia y Reino Unido son claramente diferentes a los de España y Cataluña, pero en el caso de ser invitados, estaríamos dispuestos a compartir nuestra experiencia con España y Cataluña", dijo la secretaria de Asuntos Exteriores, Fiona Hyslop.
Hay muchas diferencias entre ambos casos. No sólo la economía. Cataluña es el motor de España, representando casi el 19 por ciento d el PIB total.
Si una Escocia independiente sería económicamente viable, con o sin el petróleo del mar del Norte, fue objeto de debate durante el referéndum.
"El hecho de que seamos una economía grande en España nos ayudará", dijo Erola Pairo, de 33 años, presidenta del Centro Catalán de Escocia en Edimburgo y defensora de la independencia
Escocia, por otro lado, es ya ampliamente considerada una entidad política aparte.
"Nadie duda de que Escocia es una nación, está más aceptado que está aparte", dijo Pairo.
Narcisco Michavila, sociólogo y asesor del Partido Popular en España, dijo que la mitad de la población que quería separarse era por lo general más rica y estaba mejor formada que quienes deseaban quedarse en España.
"En Escocia, es precisamente lo contrario, en Escocia los desempleados votaron independencia hace un año con el criterio 'Lo estoy pasando tan mal que si cambio de bandera mi vida mejorará'".
Keating dijo que si Escocia hubiera votado abandonar Reino Unido el año pasado, habría sido aceptado por Westminster. Pero España no se lo pondrá tan fácil a Cataluña.
"Existe un sentimiento de que Cataluña es lo que hace España, sin Cataluña no hay España. Perder a Cataluña realmente sería bastante malo, mientras que Escocia es vista en Inglaterra como finalmente prescindible", dijo Keating.