Por James Mackenzie
ROMA (Reuters) - La esperada decisión del presidente italiano de presentar su dimisión el próximo año dejará al primer ministro, Mateo Renzi, ante un delicado reto político.
Después de lanzar indirectas durante meses, es probable que Giorgio Napolitano, de 89 años, anuncie en su discurso de fin de año el miércoles por la tarde que dejará su puesto a principios del próximo curso, aunque podría no decir la fecha exacta.
El jefe de Estado italiano tiene unos poderes amplios pero poco definidos, incluido el nombramiento de primeros ministros y puede vetar legislaciones y usar el peso moral de la oficina para influir en la agenda política.
Si Renzi no puede plantear un candidato aceptable durante el complicado proceso de elección presidencial, levantará dudas sobre su capacidad para impulsar duras reformas económicas y planear cambios en la constitución y el sistema electoral.
Eso alentaría las especulaciones sobre unas elecciones anticipadas, añadiendo incertidumbre política a la zona euro.
Napolitano, un excomunista respetado tanto en Europa como en Washington, aceptó de mala gana un segundo mandato el año pasado después de que las elecciones estuvieran a punto de dejar una Italia políticamente a la deriva, pero dijo que no cumpliría los siete años completos.
En los últimos meses la especulación sobre los potenciales sucesores se han disparado y han arrojado nombres que van desde el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, al actual ministro de Economía, Pier Carlo Padoan, o la ministra de Defensa, Roberta Pinotti.
Renzi, de 39 años, fue nombrado por Napolitano hace menos de un año como el primer ministro más joven de la historia, y dijo el lunes que estaba "absolutamente seguro" de que se podría nombrar un sucesor. Pero el proceso está lleno de peligros que podrían absorber la valiosa energía política de una Italia que lucha por salir de la recesión.
Elegir un presidente involucra a alrededor de 1.000 votantes - miembros del parlamento y representantes de las regiones. Permite varias rondas de voto secreto, ofreciendo una amplia oportunidad para la revancha para muchos de los enemigos internos que Renzi se ha granjeado en sus meses en el cargo.
El ex primer ministro Silvio Berlusconi, todavía resentido sobre el supuesto papel de Napolitano en su tumultuosa caída en 2011, ha insistido que un acuerdo sobre el presidente será necesario para que él dé su apoyo sobre reformas constitucionales más amplías.
Pero la experiencia de 2013, cuando el ex primer ministro Romano Prodi fue rechazado por alrededor de 100 descontentos parlamentarios de su propio partido, muestra también los peligros internos.
Ese fiasco derrocó entonces al líder del Partido Demócrata Pierluigi Bersani, que propuso a Prodi, allanando finalmente el camino para que Renzi tomase el control del partido pocos meses después.