Por Alessandro Albano
Investing.com - La decisión de Moscú de interrumpir los flujos de gas hacia Polonia y Bulgaria ha alarmado a los países que dependen en gran medida de las importaciones energéticas rusas, y ha abierto un nuevo escenario en el actual conflicto de Ucrania al disparar los precios del TTF holandés.
Polonia ha reducido prácticamente a cero los flujos de Moscú durante los últimos siete meses, convirtiéndose en un país de tránsito para el paso a Europa Central y abasteciéndose principalmente de Noruega. Varsovia también cuenta con dos regasificadores y un 76% de capacidad de almacenamiento. La situación es más difícil en Bulgaria, que depende en un 90% de Rusia y tiene un contrato con Gazprom (MCX:GAZP) que vence a finales de año pero que, según el gobierno de Sofía, no ha sido renovado.
Igualmente complejo es el panorama en Italia, dependiente en un 40% del gas ruso y que ahora persigue los flujos africanos, y en Alemania, principal opositora al embargo total de la energía rusa y estrechamente interconectada con el contexto energético ruso (véase el caso Nord Stream). En general, la decisión del Kremlin de "castigar" a los países que se oponen al pago en rublos de las importaciones energéticas acelera el camino hacia la sexta ronda de sanciones europeas contra Moscú y, según Gianclaudio Torlizzi, fundador de T-Commodity, "pretende desarticular la unidad europea".
"La petición de Rusia de que se le pague en rublos forma parte de este esquema", explica el experto, recordando lo dicho por el ministro búlgaro de Energía, Alexander Nikolov, según el cual "está claro que en estos momentos el gas natural se está utilizando como arma económica y política en la guerra que se está librando".
La presidenta de la Comisión de la UE, von der Leyen, habló de "chantaje" y calificó de "inaceptable" la elección rusa, todo ello mientras los Estados miembros han recurrido a Estados Unidos para obtener nuevos suministros de gas (objetivo de 50.000 millones de metros cúbicos para 2030) y se han unido a Washington en el aumento de los envíos de armas a Ucrania para ayudar a contener un nuevo asalto ruso en el Donbass.
La elección del Presidente Putin, además, pretende hacer a Europa aún más dependiente de las arcas del Kremlin, que ha garantizado unos 100.000 millones de euros en exportaciones de bienes energéticos y 321.000 millones de euros (estimados) en 2022. Para Levon Kameryan, analista senior de Scope Ratings, la solicitud de Rusia de suministrar gas en rublos en lugar de dólares y euros refleja "la estrategia de Moscú de reducir la dependencia de los sistemas financieros occidentales, tratando de reducir el riesgo de que los ingresos acumulados por el gas sean objeto de sanciones occidentales en el futuro".
Todo ello en un contexto de inflación del 7,4% interanual en la eurozona en marzo, y un aumento del 44% en los precios de la energía. "Las sanciones, por el momento, están perjudicando a quienes las imponen", afirma Giancarlo Dall'Aglio, fundador de Commoditiestrading.co.uk, a Investing.com. "Los países europeos quieren renunciar a Rusia sin encontrar antes alternativas viables, haciendo retórica en materia de abastecimiento. La interrupción representa una guerra paralela a la militar, que va acompañada de un conflicto económico", señala el experto en materias primas.