Bitcoin (CRYPTO: BTC) ha experimentado un notable ascenso en la última década, con un aumento de su precio de alrededor del 20.000% desde septiembre de 2013. Esto se traduce en una tasa compuesta de crecimiento anual (TCAC) del 70%, superando lo que podrían haber logrado los inversores en el mercado de valores. De cara al futuro, existe la posibilidad de que la capitalización bursátil de Bitcoin se duplique en 2028, lo que la convertiría en miembro del club del billón de dólares.
En los últimos años, Bitcoin ha suscitado un mayor interés entre las instituciones, lo que supone un cambio significativo con respecto a su adopción inicial, que se produjo principalmente entre particulares, sobre todo informáticos intrigados por esta nueva forma de dinero en Internet. En la actualidad, gobiernos y grandes empresas son propietarios de Bitcoin y han surgido empresas mineras que cotizan en bolsa, lo que supone un enorme salto desde los inicios de Bitcoin cuando incluso un ordenador portátil normal podía procesar transacciones a la red.
La atención de los inversores se centra actualmente en la posible aprobación de fondos cotizados (ETF) de Bitcoin al contado. Gestores de activos tan conocidos como BlackRock (NYSE:BLK) y Fidelity han presentado solicitudes. La introducción de estos ETF mejoraría la accesibilidad y la comodidad para los inversores que buscan exposición a este activo digital, legitimando aún más el Bitcoin como activo financiero.
La claridad normativa es otro aspecto crítico que debe abordarse. Gary Gensler, presidente de la Comisión de Bolsa y Valores, ha declarado anteriormente que considera que todas las criptomonedas, aparte del Bitcoin, son valores que requieren una amplia supervisión reguladora. Al categorizar Bitcoin como una mercancía, se puede argumentar que su creación y existencia no han violado ninguna ley, principalmente porque hay pruebas de que no está controlada por una sola entidad.
La aprobación de ETF al contado y un marco regulador más claro reducirían sin duda el riesgo asociado a la posesión de Bitcoin. Esto es particularmente relevante a la luz del creciente interés en regular la industria tras incidentes importantes como la quiebra de FTX el año pasado.
Para que la capitalización bursátil de Bitcoin se duplique en los próximos cinco años, su precio tendría que subir a un ritmo del 15% aproximadamente. Aunque esta previsión parece conservadora, teniendo en cuenta el rendimiento de Bitcoin en el pasado, podría superar al mercado bursátil. Los acontecimientos descritos anteriormente son algunos de los factores clave que podrían favorecer a Bitcoin a corto plazo.
La longevidad de Bitcoin también contribuye a su credibilidad. Tras casi 14 años sin ser hackeado, el efecto Lindy sugiere que la esperanza de vida de una nueva tecnología aumenta con cada año que pasa. Cuanto más tiempo permanezca Bitcoin, menos probable es que deje de existir.
A pesar del potencial de crecimiento, los inversores deben estar preparados para la volatilidad. Bitcoin ha experimentado múltiples caídas superiores al 50% a lo largo de su historia, algo que probablemente no cambiará en el futuro. Como parte de una cartera bien diversificada, una participación del 1% en Bitcoin podría tener sentido para los inversores dispuestos a aceptar el riesgo asociado.