María Roldán
Tokio, 21 jul (.).- La aceleración de la inflación en Japón hasta el 3,3 % interanual en junio eleva la presión sobre el banco central japonés (BoJ) para modificar su política monetaria ultraflexible, aunque la mayoría de analistas descarta subidas de los tipos de interés a corto plazo.
El índice de precios de consumo (IPC) nipón, que excluye a los alimentos frescos pos su alta volatilidad, aumentó una décima más en junio en comparación con la subida del mes previo, impulsado nuevamente por el encarecimiento de los alimentos básicos, en contrapartida a la normalización de los costes energéticos.
La inflación subyacente en la tercera economía mundial, que excluye también la energía, aumentó un 4,2 % interanual el mes pasado, según los datos publicados hoy por el Ministerio del Interior y Comunicaciones.
Es el decimoquinto mes consecutivo en el que la inflación del país asiático se sitúa por encima del objetivo del 2 % del Banco de Japón (BoJ), una tendencia que lleva a pensar que la entidad podría revisar al alza sus previsiones económicas, cuyo informe trimestral se publicará la próxima semana con motivo de su reunión mensual.
En su informe más reciente, de abril, el BoJ vaticinaba una inflación del 1,8 % para el ejercicio fiscal en curso (que cerrará el 31 de marzo de 2024), una estimación que se espera que aumente, en línea con la revisión al alza de las previsiones del Gobierno en la víspera, que espera que el IPC del período se sitúe en el 2,6 %.
El IPC subió un 3,2 % en el ejercicio fiscal nipón de 2022, el mayor incremento desde 1990.
Los mercados llevan tiempo especulando sobre el devenir de la política monetaria japonesa, opuesta a los agresivas subidas de tipos que llevan acometiendo los bancos centrales de Estados Unidos y Europa desde el año pasado para tratar de contener la inflación, y que ha causado una devaluación del yen que ha estado lastrando los costes de las vitales importaciones niponas.
NUEVO GOBERNADOR, MISMO RUMBO
El BoJ, bajo la nueva batuta de Kazuo Ueda como gobernador desde abril, ha venido optando por mantener su política monetaria pese a los efectos negativos, argumentando que la tendencia actual de los precios es consecuencia de factores transitorios como la guerra ruso-ucraniana, y no producto de una subida estable de los salarios o el consumo.
Esto lleva a la mayoría de los analistas a ver poco probable una próxima revisión de las medidas de estímulo de la entidad, al considerar que sus tasas ultrabajas son necesarias ante la posibilidad de lograr su objetivo de inflación de manera estable.
Entre ellos se encuentra Naohiko Baba, analista de Goldman Sachs (NYSE:GS), quien considera que el BoJ mantendrá su política en su reunión mensual de la próxima semana pese a las incertidumbres, aunque considera que la coyuntura actual "podría justificar un ajuste del control de la curva de rendimientos" para dotarla de mayor margen.
Esta opinión está en línea con lo esgrimido durante la reunión previa de la entidad, donde uno de los miembros de la junta de política monetaria recomendó revisar en un futuro próximo este mecanismo debido al elevado coste del mantenimiento de tipos bajos, que incluyen una tasa negativa del -0,1 % en el tipo de referencia.
"Seguimos esperando un cambio del sistema actual que controla rígidamente los rendimientos a 10 años a un esquema más flexible", señala Baba en un informe de la entidad.
El banco central japonés ejerce actualmente un estricto control de la curva de rendimientos a largo plazo para que tiendan a cero, con un rango aceptable de variación de entre el +-0,25 %, una horquilla que revisó el pasado diciembre en un gesto interpretado como un endurecimiento de su política, o un paso previo, y en el que buscan nuevas señales sobre el replanteamiento de los tipos del BoJ.