La Habana, 1 may (EFE).- Cuba celebró hoy un Primero de Mayo de
nuevo multitudinario y marcado por el llamamiento para apoyar la
"actualización" de su modelo económico con la advertencia de que esa
"batalla" necesitará de "extraordinarios esfuerzos y sacrificios".
La Plaza de la Revolución de La Habana acogió, una vez más, el
acto central por el Día de los Trabajadores con un desfile en el que
participaron decenas de miles de cubanos para rechazar también la
"injerencia" y las "mentiras" de Estados Unidos y de la Unión
Europea contra la isla.
Con guayabera blanca y protegido del sol con un sombrero de paja
de "yarey", el presidente Raúl Castro encabezó desde la tribuna de
autoridades un acto donde por cuarto año consecutivo no estuvo
presente su hermano Fidel, alejado de la vida pública por enfermedad
desde 2006.
Como en los últimos años, Raúl Castro no habló y el único
discurso fue el de Salvador Valdés, secretario general de la Central
de Trabajadores de Cuba (CTC, sindicato único).
El dirigente sindical exhortó a todos los cubanos a apoyar la
"actualización" del modelo económico socialista anunciada por el
presidente Castro y avisó que el reto requerirá de "extraordinarios
esfuerzos y sacrificios".
Destacó que "el reordenamiento institucional y laboral" afecta a
todos, que es necesario "compartir carencias" y esforzarse por
vencerlas y que, en definitiva, la "batalla económica" es una "tarea
vital" para preservar el sistema social cubano.
Cuba, sumida en una profunda crisis económica y una aguda falta
de liquidez, ha llegado a este Primero de Mayo con la advertencia
realizada por Raúl Castro a primeros de abril de que sobra más de un
millón de funcionarios en las plantillas estatales y que su Gobierno
no puede mantener subsidios "excesivamente paternalistas".
Junto a las consideraciones económicas, el Día de los
Trabajadores en Cuba sirvió también para responder a las críticas
internacionales que ha recibido el Gobierno de Castro por la
situación de los derechos humanos en la isla.
Salvador Valdés comentó que la multitudinaria celebración de hoy
es una "enérgica y firme respuesta a los que desde los centros de
poder de EE.UU. y la UE, secundados por grupúsculos y mercenarios
internos, intentan desacreditar" a Cuba con "falsas calumnias, fruto
de su odio ancestral".
Tras sus palabras, se inició el desfile en la Plaza de la
Revolución, abierto por un bloque de cientos de jóvenes y
estudiantes uniformados, que portaban un cartel con el lema "Unidos
por el deber" y que gritaban "Fidel".
La mayoría de los cubanos asistieron a la Plaza vistiendo
camisetas rojas y muchos con retratos del "Che" Guevara, de los
hermanos Castro y carteles donde se leía "Viva Cuba libre", "Con la
patria unidos" y "Fieles a las ideas".
Como cada año, el desfile reunió muñecos de carnaval, el sonido
de tambores y trompetas de la conga cubana, y decenas de accesorios
gigantes en representación de los diferentes sectores sindicales,
como tabacos, señales del tránsito, jeringas y libros.
Julián Benítez, un obrero cubano de 57 años, dijo a Efe que el
Primero de Mayo siempre ha sido una fiesta en la isla, y el anuncio
de Raúl Castro de que sobra un millón de trabajadores en las
plantillas estatales "no le quita el sueño a nadie".
"En esta revolución nunca nadie ha quedado desamparado, y no va a
ocurrir ahora", afirmó Benítez.
Michel, estudiante de Derecho de 27 años, comentó a Efe que
asistió al desfile por "una cuestión de curiosidad", porque hace
tres años que no participaba y quería "ver el real amor del pueblo
por la revolución".
Yeisis, venezolana de 21 años, confesó por su parte que esperaba
"más rollo, pero es una simple caminata" y que la celebración fue
"menos interesante que lo esperado".
"Esta es la manifestación más importante que se realiza hoy en
todo el mundo, sin lugar a dudas", expuso por su parte el español
Ángel Crespo, secretario general del sindicato Comisiones Obreras de
Barcelona.
Para Diann, una estadounidense que viajó a La Habana junto a
otros siete colegas del sindicato de la salud de Nueva York, vivir
la celebración ha sido "una confirmación personal contra la
propaganda" que se divulga en su país sobre Cuba.
"Quería ver por mí misma la respuesta de la gente, la multitud.
Yo creo en la revolución y estoy muy excitada", explicó Diann, quien
consiguió la "licencia" de Washington que necesitan los
estadounidenses para viajar a la isla, una de las restricciones del
bloqueo económico de EE.UU. contra Cuba. EFE
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