París, 3 jun (EFE).- La OCDE revisó hoy sustancialmente al alza sus previsiones de crecimiento económico para España, con un 2,9 % para este año y un 2,8 % para el próximo, gracias al efecto de unas condiciones monetarias y de tipos de interés muy favorables, al petróleo barato y a una demanda europea más fuerte.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) puso sus perspectivas para España prácticamente al mismo nivel que las del Gobierno (que espera un 2,9 % este ejercicio y el que viene) y ligeramente por encima de las de la Comisión Europea (2,8 % y 2,6 %, respectivamente).
Pero, sobre todo, mejoró las que la propia organización había presentado en su anterior informe hace seis meses, en las que anticipaba un 1,7 % en 2015 y un 1,9 % en 2016, de manera que España pasa a estar en cabeza de la zona euro por el ritmo de crecimiento.
Los autores del estudio estimaron que el PIB de la eurozona en su conjunto subirá un 1,4 % este año y un 2,1 % el próximo, con un comportamiento algo mejor que la media para Alemania (1,6 % y 2,3 %), y por debajo en los casos de Francia (1,1 % y 1,7 %) e Italia (0,6 % y 1,5 %).
Por no hablar de Grecia que -siempre a condición de que consiga un acuerdo para un nuevo programa de salvamento que le permita mantenerse en la moneda única-, apenas progresará en 2015 (0,1 %) antes de embarcarse en una verdadera recuperación en 2016 (2,3 %).
La OCDE aventuró que el paro en España va a seguir bajando y se situará en el 21,5 % a finales de este año y en el 19,7 % al acabar el próximo, pese a lo cual seguirá siendo el segundo nivel más alto de sus 34 Estados miembros, muy por delante del tercero, Eslovenia (12,3 % a finales de 2016), y solo por debajo de Grecia.
Para abordar esa "preocupación clave", señaló que hay que hacer "mayores esfuerzos" en la asistencia a los demandantes de empleo, pero también en las opciones de formación que se les ofrecen, ya que "muchos de ellos están poco capacitados".
En términos más generales, recomendó dar un giro hacia una economía basada en el conocimiento que ofrezca "un crecimiento más incluyente y creaciones de empleo", para lo cual ve fundamentales "reformas estructurales para facilitar la apertura y la ampliación de empresas y la mejora de la innovación".
La OCDE subrayó que en España el descenso de los tipos de interés, junto al bajón del barril de petróleo y a las rebajas de impuestos, en unas condiciones de inflación negativa durante meses, han favorecido el poder adquisitivo del consumidor.
Además, refleja que el descalabro de los precios de la vivienda ha tocado fondo, la inversión en la construcción ha empezado a subir y los principales socios comerciales europeos con su recuperación incrementan la demanda de bienes españoles, que por su parte son más competitivos fuera de Europa gracias a la depreciación del euro.
El llamado "Club de los países desarrollados" estimó que haber ralentizado en los dos últimos años los ajustes presupuestarios es bueno para reforzar la recuperación, pero advirtió de que si los resultados son mejores que los previstos, la recaudación suplementaria debería dedicarse a reducir la deuda pública.
De acuerdo con sus cálculos, esa deuda va a seguir engordando y subirá al 98,9 % del PIB en 2015 y al 99,1 % en 2016, mientras que el Gobierno español espera que toque techo este año y empiece a descender al 98,5 % el próximo.
La OCDE no se privó de recordar excesos de la burbuja especulativa que estalló con la crisis, como el hundimiento de la inversión (pasó del pico histórico del 31 % del PIB en 2007 al 18,5 % en 2013), el alto endeudamiento de las empresas -que se está corrigiendo- o "una excesiva inversión en aeropuertos regionales".
Por el contrario, señalaron carencias en redes eléctricas transfronterizas, así como insuficiencias en los dispositivos para armonizar el precio de las emisiones causantes del efecto invernadero que promuevan así inversiones en tecnologías que permitan su reducción.
Otras reformas recomendadas fueron una mejora del clima de negocios con la armonización de las regulaciones en las comunidades con la ley del mercado único, licencias menos onerosas, una base de cálculo más amplia para el impuesto de sociedades pero con un tipo más reducido, o una liberalización de la entrada en los servicios profesionales.
La OCDE también abogó por incitar a que las universidades y los centros de investigación aumenten su escala y se especialicen, con un reparto de los recursos en función de sus resultados.