Natalia Kidd
Buenos Aires, 17 nov (.).- La turbulenta economía de Argentina se encamina, según sea el resultado de la segunda vuelta presidencial del próximo domingo, hacia un radical giro de rumbo comandado por el liberalismo extremo, o bien hacia un pragmático y heterodoxo intento de estabilización gradual, pero no exento de ajustes.
El endeble escenario macroeconómico y social de Argentina exige tomar acciones decididas, que pueden comportar "efectos no deseados", pero el candidato oficialista, Sergio Massa, y el postulante opositor, Javier Milei, proponen salidas completamente diferentes que plantean un serio dilema a los votantes.
"La herencia es complicada para ambos candidatos. Pero desde el punto de vista del votante es aún más complicado porque, gane quien gane, tendremos meses complejos y hay que ver si la sociedad está dispuesta a aguantar los efectos de las medidas que se tomen", señala a EFE Leonardo Piazza, director de la consultora LP Consulting.
Milei, líder de La Libertad Avanza (ultraderecha), propone un cambio de 180 grados para resolver el problema crónico de la elevadísima inflación en Argentina, que escaló al 142,7 % interanual en octubre, y que el libertario achaca al mal de la emisión monetaria como vía de financiación del déficit. Su solución disruptiva es dolarizar la economía.
El economista, que se define como "anarcocapitalista" -extremo del liberalismo que sueña con una sociedad capitalista sin Estado-, promete quitar las trabas al comercio exterior, achicar el Estado, privatizar empresas públicas, eliminar subsidios y bajar impuestos y gastos en obra pública. Un programa que, según afirma, asegura el crecimiento, el orden fiscal y una bajada de la inflación.
"Milei, en su esencia, es un liberal extremo, aunque después de la primera vuelta es más cauto al hablar. Ahora habla de una dolarización ordenada y de unificar el tipo de cambio pero ya no de cerrar el Banco Central", observa Piazza.
"Desconocidos mares"
Pero estos "desconocidos mares" del modelo libertario que pregona Milei encierran, según el experto, "una alta probabilidad de fuerte descontrol de todas las variables económicas en el corto plazo y el riesgo de una hiperinflación" si medidas como la unificación cambiaria no se hacen "de forma ordenada".
Por su lado, Massa, que no es economista sino abogado, aplica desde julio de 2022, como ministro de Economía, una heterodoxia con el pragmatismo propio del peronismo y la convicción de que se necesita un "Estado presente" que regule y garantice lo que el mercado no hace solo.
El ministro-candidato apuesta por un mejor perfil exportador a partir de 2024 que permita recomponer las exiguas reservas del Banco Central y recuperar el equilibrio fiscal, pero sin renunciar al rol del Estado como ordenador del desarrollo y garante de la inclusión social.
Massa, cuya gestión no ha logrado rebajar la escalada inflacionaria, asegura que en 2024 Argentina podrá, gracias al crecimiento de las exportaciones, sumar reservas por unos 40.000 millones de dólares que fortalecerán al peso argentino y permitirán estabilizar la economía.
Además, marca la necesidad de renegociar el programa de facilidades extendidas firmado en 2022 con el FMI, al que Argentina adeuda unos 46.000 millones de dólares.
"Massa está convencido de que la recuperación de Argentina vendrá por un superávit de la balanza comercial que permitirá la acumulación de reservas, con un poco de inflación que licue el déficit fiscal. Pero no lo veo unificando ni liberando el tipo de cambio", señala Piazza.
Quien gane tendrá el 10 de diciembre un complejo punto de partida que condicionará la viabilidad y el éxito del programa económico que pretenda aplicar.
Argentina arrastra déficit fiscal y carece de reservas monetarias para evitar los recurrentes terremotos cambiarios y hacer fluir el engranaje productivo; tiene su economía estancada, altos niveles de informalidad laboral y salarios muy mermados por la inflación, que perfilan un delicado escenario social, con una índice de pobreza del 40,1 % y una tasa de indigencia del 9,3 %.
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