Santiago de Chile, 20 oct (EFE).- "La arquitectura puede
contribuir mucho a evitar la segregación social", dijo el español
Luis Vidal, que junto al británico Norman Foster se adjudicó la
nueva terminal 2 del aeropuerto londinense de Heathrow.
Este reputado arquitecto, nacido en Barcelona en 1969 y
licenciado en la Universidad de Greenwich (Londres), sostuvo hoy una
entrevista con Efe al visitar por primera vez Chile para dictar esta
semana unas charlas en las universidades Central y Católica.
Su concepción de la ciudad parte de una idea básica: permitir que
el ciudadano pueda llegar a pie en diez o quince minutos a todos
aquellos puntos que constituyen el tejido urbano, tales como
residencias, oficinas, colegios, comercios, parques y hospitales.
Para romper la exclusión y barrer con los guetos es necesario no
solo combinar esos usos sino también conectar los barrios a través
de una potente red de transporte público.
"Los guetos no son sostenibles", remarcó Vidal.
La desigualdad social y la segregación urbana continúan muy
enraizadas en Latinoamérica, una región que según Vidal "ha dado
brillantes arquitectos", pero donde el sector se ha topado en
ocasiones con cierta "inseguridad jurídica".
Este diseñador trabajó hasta 2003 en el estudio Lamela
Arquitectos y después fundó en Madrid su propio equipo, Vidal y
Asociados Arquitectos, socio de los proyectos que el laureado Norman
Foster construye en España.
Autor entre otros de los aeropuertos de Varsovia, Pamplona,
Murcia, Lanzarote, Reus y Tarragona, Vidal estudia ahora desembarcar
en esta región a través de un proyecto en Chile, del que por el
momento no quiere dar detalles.
Su currículum en instalaciones aeroportuarias incluye además la
nueva terminal 2 del aeropuerto londinense de Heathrow, en
colaboración con Foster, y la dirección del proyecto de la T-4 de
Madrid-Barajas durante su etapa en Lamela Arquitectos.
Vidal describe el estilo de Foster como "funcional y pragmático",
mientras que el del valenciano Santiago Calatrava, otro de los
arquitectos más afamados del circuito internacional, le resulta "más
monumental y escultórico".
El arquitecto también se defiende de las críticas que recibió la
T-4 por sus colosales dimensiones al subrayar que la infraestructura
aprovecha el espacio de manera eficiente y resulta muy funcional
para el pasajero.
"No tiene pérdida", aseguró.
El español trabajó junto al británico Richard Rogers en ese
proyecto y repitió la experiencia en el Campus Palmas Altas de
Sevilla (sur de España), un complejo tecnológico y empresarial
inaugurado a finales de septiembre por los Reyes.
Este centro pretende convertirse en un referente de eficiencia
energética, un reto que preocupa a Vidal, empeñado en recuperar
"todo lo que hemos olvidado de nuestros abuelos", es decir, pensar
el medio ambiente para proyectar edificios.
La orientación y forma de los edificios, el espesor de los
materiales y las corrientes de aire son algunos de esos factores.
La crisis, por el momento, no ha recalado en su estudio, que ha
salido inmune del estallido de la burbuja inmobiliaria en España.
"Ha habido una vorágine de locura y ambición descontrolada de la
que todos somos un poco responsables", admitió el diseñador, quien
vaticina que pasarán varios años hasta que se digiera el exceso de
oferta y el ritmo de construcción se acompase con la demanda.
Los atajos que pueden acortar ese camino hacia la recuperación
pasan, según Vidal, por potenciar la calidad y fomentar "la
sostenibilidad y la responsabilidad", y por dejar precisamente "que
pase esa resaca".
Para ello, las recetas del arquitecto consisten en transformar
los proyectos residenciales en viviendas de protección oficial y en
demoler sin tapujos las construcciones de mala calidad, como ya se
está haciendo en las costas españolas, aseguró. EFE