Pekín, 12 feb (EFE).- El Banco Popular de China (BPC), la entidad
central, anunció hoy una nueva subida de medio punto del ratio de
reservas bancarias obligatorias para las entidades del país
asiático, que entrará en vigor el próximo 25 de febrero.
Se trata de la segunda subida del porcentaje de depósitos que los
prestamistas están obligados a retirar de la circulación desde junio
de 2009, después de una primera subida el pasado 18 de enero.
El coeficiente de caja para las pequeñas instituciones
financieras, tales como cooperativas de crédito agrícola,
permanecerá sin cambios para apoyar al sector agrícola, señaló la
entidad bancaria en un comunicado difundido por la agencia de
noticias Xinhua.
Desde el segundo semestre de 2008, el banco redujo en cuatro
ocasiones el porcentaje de reserva con el objetivo de estimular el
crecimiento económico para afrontar la crisis, sin embargo, esta
fiebre crediticia supone ahora un riesgo de calentamiento económico.
El nuevo ajuste se produce después de que el BPC informara ayer
de que el valor de los nuevos créditos concedidos en enero alcanzó
los 203.500 millones de dólares (148.000 millones de euros), que
aunque supone una caída interanual del 14,2 por ciento, es superior
a la cifra combinada de los tres últimos meses de 2009.
Al mismo tiempo, la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo de
China informó de que el precio de la propiedad alcanzaba en enero un
récord en 19 meses, con una subida del 9,5 por ciento interanual.
Ambos datos indican un exceso de liquidez con riesgo de burbujas
en determinados sectores, como el inmobiliario, después de que las
instituciones financieras emitieran un total de 1,4 billones de
dólares en créditos el año pasado, el doble que en 2008.
Las autoridades temen un aumento de la inflación, que en enero
avanzó por tercer mes consecutivo, con un 1,5 por ciento.
Algunos analistas aseguran que si la burbuja china estalla podría
tener consecuencias mucho más graves que las que se registraron en
los últimos meses en Dubai (Emiratos Árabes), un extremo que los
economistas chinos niegan. EFE