Paco G.Paz
Washington, 21 sep (EFE).- El G20 ha resplandecido en el último
año al coordinar la respuesta internacional a la crisis, pero este
grupo de países desiguales todavía debe demostrar que su brillo no
es temporal y que es capaz de promover un nuevo orden mundial.
Su indiscutible protagonismo comenzó el otoño pasado, cuando el
entonces presidente de EEUU, George W. Bush, eligió al G20 como el
foro desde el que atacar la amenazante crisis financiera.
Este grupo -formado por Alemania, Arabia Saudí, Argentina,
Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, EE.UU., Francia,
India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia,
Sudáfrica, Turquía y la UE- ha celebrado dos cumbres en un año, en
Washington y Londres, a la que se sumará en unos días la de
Pittsburgh (Pensilvania).
En definitiva, el G20 -que nació a finales de los 90 como un foro
de discusión económica entre países industrializados y en
desarrollo- se ha convertido en el actor principal de la actual
crisis económica, desbancando incluso al G8, al que se acusa de no
ser efectivo y de dar voz solo a los más ricos.
El G20 se ha situado a la vanguardia en el diseño de medidas para
rescatar de la recesión a la economía mundial.
Así, ha promovido medidas para reparar el sistema financiero,
restaurar el crédito, y reforzar la regulación de los mercados.
Ha logrado que aumenten los fondos de las grandes instituciones
financieras, ha pedido que se eliminen las trabas al comercio y ha
abogado por un crecimiento económico respetuoso con el medio
ambiente.
En este nuevo orden mundial que trata de promover, quiere imponer
una mayor vigilancia a la banca y recortar los sueldos de sus
directivos, reclama medidas de buen gobierno para los países y las
instituciones, y propone un nuevo multilateralismo basado en el
respeto a los diferentes sistemas políticos y modelos de mercado.
Todo parece preparado, por tanto, para que el G20 sume otro gran
éxito en Pittsburgh y logre de nuevo unir, en un compromiso común, a
los países que suman el 90 por ciento de la riqueza del planeta.
Pero ¿está preparado este heterodoxo grupo de países para liderar
al mundo hacia un nuevo orden mundial? ¿O su éxito ha sido fruto del
miedo a un desplome del sistema financiero internacional?. Los
analistas no se ponen de acuerdo.
Para los expertos del Instituto Brookings de Washington, Colin I
Bradfrd y Johannes F. Linn, el G20 se ha convertido en la "principal
manifestación" del nuevo orden que se quiere instalar en el planeta,
y cuenta con "potencial" para establecer nuevos valores y nuevas
formas de cooperación en el mundo.
No obstante, creen que su formato -diez países industrializados y
diez en desarrollo que deciden, por consenso, cuestiones sobre la
economía mundial- es "demasiado ingobernable" como para imponer
cambios efectivos en el planeta.
Para que el G20 siga siendo el grupo de referencia, dicen en un
informe, es importante que no se expanda a más países, que se
concentre en determinados aspectos de su agenda, y que se dote de
una Secretaría "pequeña pero efectiva", que dé apoyo logístico a las
cumbres y seguimiento a sus decisiones.
Pero nada de esto parece claro. Si bien los expertos de Brookings
creen que sería bueno que el grupo se redujera a 14 miembros (G14),
existen presiones para abrirse a más países, especialmente desde
Europa.
Además, cada vez su agenda es más amplia. Junto a sus reuniones
económicas, han celebrado otras sobre cambio climático, y preparan
una reunión sobre no proliferación la próxima primavera.
Otros expertos ven un problema adicional, por las dudas sobre la
capacidad de estos países para imponer al resto del planeta sus
decisiones consensuadas sobre la apertura del comercio y la
inversión, el buen gobierno o la regulación efectiva de los
mercados.
"Deberíamos preguntarnos si este consenso existe más allá de la
retórica de estas reuniones. ¿Se encuentran estos principios en
China? ¿En Arabia Saudí?", se preguntan en un artículo Laura Tedesco
y Richard Young, de la Fundación para las Relaciones Internacionales
y el Diálogo Exterior (FRIDE).
"Por ahora, el G20 parece estar muy lejos de ofrecer un sistema
multilateral basado en reglas y valores", dice estos expertos, que
recomiendan no dejarse cegar por el resplandor que salga de la
cumbre.
"Cuando los medios de comunicación nos inunden sobre los debates
de la cumbre de Pittsburgh -afirman- debemos recordar estas
debilidades del G20". EFE