BRUSELAS (Reuters) - Grecia ha dicho que no pagará un vencimiento de deuda de 1.600 millones de euros al Fondo Monetario Internacional el 30 de junio a menos que reciba nuevos fondos de sus acreedores, en un movimiento que podría desencadenar una serie de acontecimientos que pueden llevar a que Atenas salga de la zona euro.
Los líderes de la zona euro celebrarán el lunes una cumbre de emergencia para tratar de evitar dicho escenario, mientras la retirada de depósitos de la banca griega se acelera y los ingresos del Gobierno se derrumban, mientras Atenas y sus acreedores siguen enzarzados en las negociaciones para alcanzar un acuerdo sobre la deuda.
La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, ha descartado ofrecer a Grecia un periodo de gracia sobre su deuda, diciendo que el prestamista mundial debería considerar a Atenas en quiebra si no paga.
Eso posiblemente causará turbulencias en los mercados financieros griegos y de la zona euro y podría acelerar el ritmo de las retiradas de depósitos, obligando a Atenas a imponer controles de capital para detener la descapitalización del país.
No obstante, un alto cargo de la UE dijo que no pagar al FMI no desencadenaría automáticamente una suspensión de pagos de los préstamos de la zona euro a Grecia.
La próxima gran pregunta sería cuánto tiempo está dispuesto el Banco Central Europeo para continuar autorizando préstamos de emergencia a los bancos griegos, que estarían garantizados en parte con bonos de un gobierno en quiebra.
El consejo de gobierno del BCE ha estado otorgando semanalmente desde febrero el techo de los fondos de liquidez de emergencia al banco central griego para los bancos comerciales helenos, que se ha aumentado hasta los actuales 83.700 millones de euros.
El consejo celebrará una conferencia especial el viernes, la segunda en tres días, para considerar añadir más liquidez de emergencia a los bancos griegos, dijeron dos personas próximas a la situación.
El BCE podría congelar o rebajar ese techo, o incrementar el "haircut" o descuentos que aplica a las garantías que presentan los bancos griegos, tanto sobre deuda pública como créditos privados, que probablemente supongan un mayor riesgo.
Los mayores desembolsos a los que tiene que hacer frente Grecia llegan en julio y agosto, cuando tiene que devolver bonos en manos del BCE por un valor total de 6.800 millones de euros.
Incluso si el banco central continuase financiando de forma limitada los bancos griegos tras una suspensión de pagos del Gobierno con el FMI, la presión política para cerrar el grifo si Atenas suspende pagos con el BCE sería probablemente abrumadora, dijeron personas con conocimiento de la situación.
Puede haber llamamientos de algunos acreedores de la zona euro de suspender el pago de fondos del presupuesto de la Unión Europea a Grecia, aunque también probablemente habría presión de las organizaciones de la sociedad civil de aportar ayuda humanitaria mientras la economía griega acusara el impacto del 'default'.
La agencia de ratings Standard & Poor's rebajó la deuda del gobierno griego y de cuatro bancos helenos al nivel del bono basura, CCC, la semana pasada, reflejando la probabilidad de una suspensión de pagos en el plazo de 12 meses en ausencia de un acuerdo entre Atenas y sus acreedores.
S&P también dijo que el Gobierno parecía haber priorizado el pago de las pensiones y salarios sobre el pago de la deuda a los acreedores oficiales.
No está claro cuánto tiempo puede aguantar el Gobierno griego pagando los salarios de los funcionarios, las pensiones y los suministros esenciales. El presupuesto estatal está cerca de su equilibrio presupuestario antes del pago de la deuda y el Gobierno ha ordenado a las autoridades públicas entregar todo el dinero que les quede al banco central.
No obstante, los ingresos por impuestos posiblemente mengüen debido a la incertidumbre causada por la suspensión de pagos del Gobierno.
Muchos proveedores dicen que llevan meses sin cobrar y en cierto punto el Gobierno podría tener que pagar todo o parte de sus deudas en pagarés. Eso crearía una moneda paralela si los pagarés empiezan a ser intercambiados por bienes o euros con un descuento sobre su valor facial.