Emilio López Romero
Nueva York, 7 ago (EFE).- Los mercados no quieren ni oír hablar de la subida de los tipos de interés pero son conscientes de que cada vez está más cerca y ello arrastró a Wall Street a encadenar su peor racha de pérdidas en casi cuatro años.
La principal referencia de los operadores neoyorquinos, el Dow Jones de Industriales, volvió a cerrar hoy en negativo y acumula ya siete jornadas consecutivas de números rojos, algo que no ocurría desde el verano del año 2011.
El detonante fue el informe oficial de empleo publicado por el Departamento de Trabajo, que reveló que la economía estadounidense creó 215.000 nuevos trabajos en julio y la tasa de desempleo se mantuvo en el 5,3 %, su nivel más bajo en siete años.
Lo que a priori deberían parecer buenas noticias, en Wall Street lo reciben de mala gana porque saben que la Reserva Federal está esperando señales claras de recuperación para encarecer el dinero, y unas de esas señales es la consolidación del mercado laboral.
La próxima reunión de la Reserva Federal (Fed) será a mediados de septiembre y ya casi nadie duda que será entonces cuando anuncie la primera subida de las tasas desde que a finales de 2008 decidió dejarlos casi en cero para ayudar a la economía a salir del atolladero.
Al final de la sesión el Dow Jones cedió un 0,27 % y quedó por debajo de 17.400 puntos, en una jornada en la que llegó a perder más de 100 unidades, pero que logró remontar posiciones en la recta final gracias al buen desempeño de American Express (NYSE:AXP).
Las acciones de la empresa se dispararon a última hora y cerraron con una subida de más del 6 % después de conocerse que ValueAct va a invertir 1.000 millones de dólares en la compra de acciones de la emisora de tarjetas de crédito.
Las otras dos referencias de Wall Street también terminaron en negativo, con un descenso semanal del 1,23 % en el caso del selectivo S&P 500 y una caída del 1,65 % del tecnológico Nasdaq en los últimos cinco días.
Mientras, el petróleo de Texas continuó en caída libre y perdió la barrera de los 44 dólares el barril, tras una semana negra en la que acumuló un fuerte retroceso de casi siete puntos porcentuales y se situó en niveles que no veía desde hace cinco meses.