Sao Paulo, 24 ago (EFE).- Las fuertes turbulencias que emanaron hoy de las bolsas de China barrieron varias de las principales plazas de América Latina, región que en los últimos años ha estrechado sus lazos comerciales con la potencia asiática.
La magnitud de las caídas bursátiles fue dispar y afectó en mayor medida a las bolsas de los países cuyas economías dependen más de la exportación de materias primas.
La bolsa de Sao Paulo, la mayor de la región, tuvo su peor resultado del año (-3,03 %), la de Buenos Aires se precipitó un 6,30 %, el índice IPSA de Santiago de Chile registró su mayor descenso diario desde junio de 2013 (-2,77 %), mientras que el índice Colcap de la bolsa de Colombia bajó un 3,52 % y la de Lima, un 4,33 %.
En cambio la bolsa mexicana, la segunda más importante de la región, se despegó de las fuertes caídas y su índice IPC terminó con un descenso moderado del 1,64 %.
La volatilidad fue especialmente notable al inicio de la sesión, aunque la mayoría de las plazas fue capaz de reducir los estragos a lo largo de la jornada gracias a la influencia positiva de Wall Street.
Las dudas sobre el vigor de la economía china, que llevaron hoy a la bolsa de Shanghái a hundirse un 8,49 %, tuvieron una repercusión mundial, aunque las regiones más afectadas fueron Asia y Europa, ambas con caídas de mayor calado que las registradas en América Latina.
El desplome de los mercados asiáticos presionó a la baja la cotización de las materias primas, principal fuente de divisas de varios países latinoamericanos, y de las divisas de esos exportadores.
La caída del precio de los metales tumbó a las mineras brasileñas, peruanas o chilenas y el descenso del precio del petróleo afectó a mercados como Buenos Aires, Sao Paulo y Colombia.
Algunas monedas latinoamericanas, como el real brasileño o el peso chileno, descendieron a valores mínimos en doce años contra el dólar.
La bolsa de Sao Paulo, mercado que mueve cerca de dos tercios del volumen de negocios de toda América Latina, es precisamente uno de los más expuestos a la desaceleración china, puesto que el país asiático se convirtió en el último lustro en el mayor socio comercial de Brasil.
El desplome en el mercado brasileño fue generalizado y especialmente agudo para las compañías siderúrgicas y los sectores minero y petrolero.