Luxemburgo, 24 jun (EFE).- La seguridad aérea ha marcado el
semestre de presidencia española de turno en lo que se refiere al
Transporte, un viejo asunto en el que Bruselas y Washington están
condenados a entenderse desde los atentados del 11-S en Nueva York.
El debate sobre los escáneres corporales y las restricciones al
tráfico aéreo impuestas por Europa ante la nube de ceniza del volcán
islandés, han protagonizado buena parte de las reuniones de
ministros de los Veintisiete, dirigidas por el titular de Transporte
español, José Blanco.
Por lo que se refiere a los escáneres corporales, de nuevo en el
candelero desde el frustrado atentado del 25 de diciembre en un
vuelo Amsterdam-Detroit, España no ha conseguido extraer una postura
común sobre su uso en la UE, a pesar de que se lo había propuesto a
principios de año.
Tanto España como Estados Unidos y la Comisión Europea se han
mostrado partidarios de su introducción, un uso cuyos beneficios
para la seguridad y posibles riesgos para la salud -sin despreciar
su elevado coste económico- siembran la duda en el Parlamento
Europeo y otros países miembros.
Pese a un informe de la CE hecho público la semana pasada que
descarta cualquier riesgo en el uso de escáneres, la UE no ha
logrado una postura común sobre su uso.
Los Veintisiete, que ahora pueden elegir su introducción de forma
individual, volverán a retomar el tema en la próxima reunión de la
Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) que se celebrará
el próximo mes de septiembre.
Tampoco se han conseguido grandes avances respecto a las
restricciones sufridas por la nube de ceniza volcánica procedente de
Islandia y las compensaciones que reclaman las compañías.
Los Veintisiete sólo se han puesto de acuerdo en la necesidad de
implantar lo antes posible el llamado "Cielo Único Europeo",
proyecto por el que se quiere dotar de una mayor capacidad a las
compañías europeas a la hora de prestar sus servicios y mejorar la
eficiencia del transporte aéreo.
El volcán Eyjafjälla tuvo además serias implicaciones en el
desarrollo normal de la maquinaria comunitaria, que implica miles de
vuelos de las representaciones nacionales a Bruselas, Luxemburgo o
el país de presidencia.
En el apartado de los logros cabe destacar que la presidencia
española ha conseguido al final de su semestre la firma de la
segunda fase del acuerdo de "cielos abiertos" por los Veintisiete y
EEUU, que permite liberalizar aún más el sector aeronáutico
transatlántico.
Un acuerdo que, según palabras de Blanco, muestra "la especial
sensibilidad de la actual Administración estadounidense".
La segunda fase de cielos abiertos prevé nuevos compromisos de
reducción de emisiones de CO2 y abre la puerta a nuevos umbrales de
inversión de uno y otro lado del Atlántico en las compañías europeas
y estadounidenses.
Según los datos de la Comisión Europea, el acuerdo entre la UE y
EEUU (que representan el 60% de los vuelos en el mundo) reportará
unos beneficios de 12.000 millones de euros y la creación de unos
80.000 millones de empleos dado que la UE y EEUU representan el 60%
del mercado aeronáutico mundial. EFE