Por Tom Perry y Laila Bassam
BEIRUT (Reuters) - Mientras Estados Unidos e Irán negocian las etapas finales de un acuerdo nuclear, aún están muy distantes en otra área del conflicto: el futuro del presidente sirio, Bashar el Asad.
Ahora parece más probable que Asad sobreviva a la crisis siria que en cualquier otro momento desde que comenzó el conflicto hace cuatro años. El respaldo de Irán a su aparentemente confiado aliado en Damasco es tan sólido como siempre.
Los días en los que Asad estaba ausente y en que su mera aparición generaba noticias han dado paso a informaciones casi diarias sobre sus actividades.
Entre sus visitantes recientes figuran cuatro miembros del Parlamento francés que desafiaron la política de su Gobierno respecto a los encuentros con Asad.
Sin duda que la guerra civil ha debilitado a Asad, pero el mandatario es más fuerte que los grupos que luchan para derrocarlo. Poderosos estados aún quieren ver su salida, pero han mostrado menos resolución que los aliados que lo respaldan.
Mientras la crisis se acerca al cuarto aniversario desde su inicio, la exigencia de la salida de Asad se oye cada vez con menor frecuencia entre sus enemigos occidentales, pues la atención ha pasado a centrarse en el Estado Islámico, un enemigo que comparten con el líder sirio.
Mientras que Estados Unidos y sus enemigos árabes bombardean a los yihadistas en el norte y el este, Asad y sus aliados lanzaron una gran ofensiva contra los rebeldes e islamistas en un área de mayor importancia para ellos, la frontera sur cerca de Israel y Jordania.
En Damasco, los observadores cercanos al Gobierno ven eso como el inicio de una fase que pondrá fin al conflicto bajo las condiciones de Asad.
El grupo libanés Hezbolá, respaldado por Irán, está apoyando la campaña en el sur y asesores iraníes están en el campo, en un reflejo de la situación en Irak, donde están ayudando a supervisar operaciones contra el Estado Islámico, dijo un alto responsable de Oriente Próximo conocedor de la política siria e iraní.
"La batalla en Siria aún es muy larga, pero sin amenazas existenciales para el Gobierno", agregó el responsable.
El respaldo continuo a Asad ha ido en contra de las esperanzas de gobiernos occidentales de que éste disminuya debido a que la caída de los precios del petróleo hace más caro para Teherán fortalecer la devastada economía siria, o mientras Irán negocia con las potencias mundiales un pacto nuclear.
"Los iraníes aún ven a Asad como el hombre principal", sostuvo el responsable, que habló bajo condición de anonimato debido a que su evaluación se basó en conversaciones privadas. "Él es el punto central de su relación con Siria", agregó.
Rusia tampoco muestra señales de querer abandonar al líder sirio, que está en el centro de dos luchas: entre Moscú y Occidente y entre la Arabia Saudí suní y el Irán chií.
En tanto, un aparentemente confiado Asad se ha embarcado en una campaña de diplomacia pública y ha concedido cinco entrevistas desde diciembre.
Tres de ellas fueron con entidades con sede en algunos de los países occidentales que más se oponen a su mandato: Estados Unidos, Francia y Reino Unido.
La guerra en Siria ha provocado más de 200.000 muertos y desplazado a cerca de la mitad de la población, según cifras de la ONU.
Damasco acusa a sus detractores occidentales y del Golfo Pérsico de querer destruir al país al dar ayuda a una insurgencia que ahora es dominada por yihadistas que son una amenaza para Occidente.