SEVILLA (Reuters) - El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ganó el domingo las elecciones en Andalucía, pero necesitará pactar para gobernar una comunidad autónoma en cuyo Parlamento irrumpen dos fuerzas que se benefician del rechazo ciudadano al bipartidismo.
El PSOE consiguió un 35,5 por ciento de los votos, su peor resultado desde que en 1982 se hiciera con el poder en una región de izquierdas que hoy es vista como primer escenario del cambio político que los sondeos auguran para todo el país.
Pese a ese revés de votos en su tradicional bastión, el reparto daría al PSOE 47 escaños - a 8 de la mayoría absoluta -, frente a los 33 del Partido Popular, que baja desde los 50 asientos logrados hace dos años y medio.
El número de votos perdidos por las dos principales fuerzas políticas del país se va a dos recién llegados a Andalucía: Podemos, el partido antiausteridad de un año de vida que se hace con 15 escaños, y Ciudadanos, que con 9 diputados se confirma como eventual bisagra para la gobernabilidad de la región.
También sale muy perjudicada Izquierda Unida, que pasa de 12 a 5 asientos al perder apoyos entre un electorado de izquierdas que parece preferir a dos partidos que en los últimos meses han despertado simpatías con su discurso de cambio.
Para gobernar la región más poblada de España, la socialista Susana Díaz tendrá que alcanzar acuerdos totales o puntuales con otras fuerzas, y dado que se ha mostrado reacia a hacerlo con PP y Podemos, es probable que tantee a Ciudadanos, abierta al pacto.
El líder nacional de Ciudadanos, Albert Rivera, defensor de la "regeneración" frente al "rupturismo" de Podemos, ha dicho que condicionaría su apoyo a que el PSOE sea inflexible con la corrupción y dé un giro económico y social en una región con un 34 por ciento de paro.
La corrupción, segundo problema para los andaluces tras el desempleo, ha hecho a muchos de los 6,5 millones de potenciales votantes dar la espalda a los socialistas tras la implicación de varios directivos de la Junta en el fraude de los ERE.