EL DOLAR subía la semana pasada sobre todo respecto al euro, dejando atrás sus pérdidas anteriores. Con mucha volatilidad, el mercado parece ahora buscar un nuevo rumbo tras conocerse el jueves pasado que cinco de los principales bancos centrales del mundo, comandados por la Fed, aunarán esfuerzos en aras de incrementar la liquidez en los mercados financieros. Además, a ello se agregó el viernes el inesperado dato de la inflación estadounidense en noviembre, que subió 0,8%, llevándola al 4,3% interanual, su mayor incremento en dos años, debido a los elevados precios de los combustibles líquidos. En este contexto continúan aumentando las expectativas de operadores y analistas que se suman a los que apuestan a que, finalmente, el sobrevendido dólar, que se ha depreciado fuertemente en los últimos años, podría comenzar a recuperarse a partir del próximo a punto de iniciarse.
Panorama Argentino
El lunes pasado el Mercado Unico y Libre de Cambios operó sólo dos horas por la asunción al cargo de presidente de la Nación de la Dra. Cristina Fernández de Kirchner y por ese motivo prácticamente su funcionamiento normal en la semana se redujo a cuatro jornadas que se vivieron con particular intensidad. Pero lo que atrajo la atención general fue la primera aparición pública del nuevo ministro de Economía, Martín Lousteau, quien en un reportaje televisado defendió la continuidad del modelo económico y lo calificó de “exitoso y sano, porque no incuba inconsistencias”. En ese sentido, destacó que el “tipo de cambio competitivo y un superávit fiscal otorgan solidez”. En realidad, las declaraciones del joven funcionario no fueron bien recibidas por el mercado, que esperaba anuncios sobre algunos cambios en la política económica. Sobre todo se creía que no se iba a volver escuchar lo de “tipo de cambio competitivo”, una definición desactualizada y típica expresión que manifiesta un voluntarismo totalmente fuera de época. También llamó la atención que haya elogiado el superávit fiscal, cuando éste responde, casi en su totalidad, a impuestos altamente distorsivos como lo son las retenciones a las exportaciones y el impuesto al cheque. Pero volviendo a la realidad del mercado de cambios, éste operó con volúmenes importantes el martes, miércoles y jueves, en promedio USD 658 millones, notándose una fuerte oferta por parte de los grandes exportadores y el ingreso de fondos de las AFJP, obligadas a hacerlo antes de que termine el año. Por eso el BCRA tuvo una ardua tarea para que no cayera el precio del dólar y mantenerlo alrededor de $ 3,14, que parece ser el piso establecido, habiendo comprado, según cifras aún no ajustadas, un neto de unos USD 250 millones al cabo de las cuatro jornadas. Pero el viernes los operadores vivieron una experiencia inesperada, porque de repente apareció una mayor demanda, seguramente motivada por algunos capitales que salieron de la bolsa y del mercado de títulos, y cuando el tipo de cambio amenazaba con dispararse por encima de los $ 3,1450 apareció el BCRA vendiendo dólares para frenar la posible escalada. Esta situación resultó incomprensible por varias razones: el escaso monto de las transacciones que se estaban realizando, el bajo volumen que venían operando los bancos entre sí (el total del día fue de USD 476 millones) y que, indudablemente, esa repentina demanda favorecía el propósito del ente monetario de sostener el valor del dólar lo más alto posible. Indudablemente, lo ocurrido parece mostrar que se ha dejado de lado permitir una mayor volatilidad a las cotizaciones, volviéndose al tan criticado sistema de tipos fijos. Esto merecería una aclaración.