Recientemente, el aluminio ha tocado su nivel más alto este año, apoyado por la preocupación de que los suministros mundiales queden limitados.
En Brasil, los grandes fabricantes de aluminio están produciendo en el nivel más bajo en 12 años, y esperan que las autoridades racionen la electricidad por la merma que ha creado la sequía en la generación hidroeléctrica.
Mientras tanto, Alcoa aseguró que reducirá la producción en dos de sus fundidoras y la empresa rusa Rusal, el mayor productor de aluminio del mundo, asegura que su producción anual será la menor desde 2006.
Asimismo, los embotellamientos en las entregas de aluminio depositado en almacenes, que tanto han encarecido los costes del metal, durarán más tiempo del anticipado, después de que el Tribunal Superior británico haya echado por tierra el plan diseñado por el Mercado de Metales de Londres (LME) para reducir los plazos de entrega.
El aluminio representa el 40% de los metales negociados en el LME.
De acuerdo con el plan ideado por el mercado de Londres, los almacenes debían vender más aluminio del que les entraba si los plazos de entrega eran superiores a 50 días.
Aunque los primeros y grandes afectados por la decisión del tribunal son las industrias de refrescos y bebidas, ésta tendrá una sonada y generalizada repercusión en la totalidad del mercado de metales, que según indica un reciente informe de Barclays volverá a entrar en un período de incertidumbre en relación con la normativa de almacenamiento de LME.
Aunque la decisión judicial puede ser recurrida, mientras tanto, la falta de claridad que genera esta situación sobre las primas físicas de los metales (en particular las del aluminio) limitará la actividad de financiación, como ya ocurrió en el tercer trimestre de 2013, apoyando la suavización en los márgenes de espera para las entregas, señala el banco británico.
También es probable que el mercado de Londres opte por elaborar otra solución para reducir significativamente las colas para la entrega física del metal, pero esta es una incógnita sobre la que el LME no se ha definido.
A raíz del revés judicial, el escenario que presenta Bank of America/Merrill Lynch como base del mercado de aluminio en 2014 cuenta tanto con el descenso de las primas, como con la progresiva estabilización de los precios.
Comenta el banco estadounidense que las primas se dispararon en los últimos meses, en parte porque los consumidores retrasaron las compras al año pasado anticipando que las nuevas reglas del LME reducirían la escasez de producto existente en los mercados físicos.
Sin embargo, esto no se materializó en el primer trimestre, y a medida que los usuarios se quedaban sin suministros, el mercado se vio sujeto a compras de pánico.
BoA sugiere que a pesar de que los precios podrían abandonar los recientes rangos, en general deberían verse apoyados por la genuina escasez de la oferta del metal.
De acuerdo con HSBC los precios del aluminio promediarán los 1.950 dólares en 2014, con rangos cercanos a los 2.000 dólares por tonelada en la segunda mitad del año. Es sabido que el entorno operativo ha sido un reto para muchos fundidores de aluminio, que a menudo han sobrevivido sólo porque las primas físicas del metal compensaban los bajos precios.
Como resultado, muchas empresas de fundición excluyendo a China, han reducido la producción, especialmente en las operaciones de mayores costes, por lo que el mercado se enfrenta a un déficit que podría prolongarse hasta 2015.
En la actualidad, las perspectivas sobre las primas aunque más equilibradas, todavía dependen de la longitud de la espera en los almacenes del LME. En el corto plazo, afirma Barclays, cabría esperar compras de precaución por parte de los consumidores que en EEUU se estén quedando sin inventarios.
El Chicago Mercantile Exchange (CME), el mayor mercado de futuros del mundo, anunció el mes pasado que estrenará un contrato futuro de aluminio en mayo, si obtiene la aprobación de los reguladores en Londres y Chicago.
Al igual que en el LME, los nuevos contratos serán de 25 toneladas métricas cada uno.