Mucho ya se ha dicho en los últimos días respecto del colapso en las cotizaciones del principal índice accionario chino, el Shanghai Stock Exchange (SSE Composite Index), el cual se desplomó nada menos que un 30% en el último mes, desde su máximo histórico alcanzado a mediados de Junio.
Para poder entender la causa detrás de esto de una manera simple, basta con comprender tan solo dos factores. En primer lugar, ampliemos el espectro de análisis, dejemos las especulaciones de lado y entendamos el contexto en el cual se encontraba el mercado chino. Los últimos 12 meses significaron para este mercado una de las revalorizaciones más importantes de su historia, con una suba del 160%, incluso superando en un 50% el máximo histórico que lo precedía (3.480 puntos en Agosto de 2009).
¿Por qué pasó esto? Una economía que creció a tasas por encima del promedio mundial en los últimos años, atrajo inversores entusiastas en su mayoría principalmente ahorristas chinos sin experiencia bursátil que se contagiaron del optimismo del mercado, llevando a que se abran casi 40 millones de nuevas cuentas en menos de un año. Naturalmente la presión compradora de un gran volumen de inversores poco sofisticados, llevó a que se produjera una burbuja alcista y desmedida.
La irracionalidad de estas compras presionaron a una suba exponencial en el mercado accionario mientras que su contraparte, la economía real, ya mostraba signos claros de desaceleración en su crecimiento. Lógicamente, el mercado se quedó sin fuerza a la suba, aparecieron las tomas de ganancias, las ventas especulativas, las posiciones short, y consecuentemente la fuerte baja que hoy vemos.
En segundo lugar, China se encuentra hoy ante una situación de baja liquidez con una resistencia inicial del gobierno de inyectar dinero en el sistema bancario. Teniendo presente que muchos de los inversores mencionados anteriormente se endeudaron para poder tomar posiciones de compra, una coyuntura de baja liquidez y tasas algo elevadas crearon un cóctel peligroso, con fuerte incentivo de los tenedores de acciones a desprenderse de sus papeles para poder repagar sus préstamos, potenciando aún más la caída que ya estaba teniendo lugar.
Como medidas para contrarrestar este efecto, en los últimos días se anunciaron ciertas restricciones a la venta de acciones para aquellos tenedores de títulos con más del 5% del capital de una empresa, conjuntamente con una baja en las tasas de referencia del mercado, lo cual se traduce como una expansión de la base monetaria y mayor liquidez. Estas medidas paliativas fueron percibidas por el mercado como señales de alarma, presionando incluso más las expectativas negativas del mercado, y con ello exacerbando las ventas.
Agregando una visión técnica al respecto que pueda clarificar lo mencionado, se observa claramente la burbuja en la que se encontraba el SSE, sobre todo luego de la ruptura de su resistencia en los 3.500 puntos (línea roja) marcado por el máximo histórico del año 2009.
Con un mercado sobrecomprado, y sin fuerza para mantener la tendencia expansiva, se retrae hasta posicionarse sobre su promedio móvil de 100 días y aún con inercia bajista en búsqueda de un recorte que, en primera instancia, podría llegar hasta por lo menos los 3.400 puntos (-8%), rectángulo naranja en el gráfico.
Si el mercado no reacciona, esperaríamos que siga ajustando hasta los 3.100 puntos respetando la corrección del 38.2% de Fibonacci y alcanzando su media móvil de 200 días (-16%), antes de definir una tendencia de mediano plazo.