Después del declive en el PIB del 4T al final del año pasado, hay un fuerte énfasis en ver si se trataba de una situación excepcional o si por el contrario marca el inicio de una desaceleración más sostenida de la economía alemana. Los datos provisionales de la última semana del PMI sugieren esto último, pero los datos de esta mañana del Ifo han arrojado más incertidumbre en el marco, al ser un poco más positivos de lo esperado. Lo mismo puede decirse de los datos ZEW a principios de mes.
La noticia positiva fue el quinto aumento mensual consecutivo del Ifo, aunque el aumento fue únicamente de 0,1 desde 109,7 en febrero a 109,8 (los números de Feb. se revisaron al alza desde la lectura anterior). Esto explica la breve positiva respuesta vista en las acciones y en el euro, la moneda única posteriormente se debilitó en la primera media hora después de la publicación. Alemania sigue siendo, naturalmente, la pieza clave de la economía de la eurozona, y una de las razones clave por las que la moneda única se ha mantenido tan resistente frente a los problemas de las naciones periféricas.
El empleo se sitúa casi un 3% por encima del máximo observado justo antes del inicio de la crisis global de 2008, mientras que la tasa de desempleo está por debajo del nivel de 7,0%. Sin embargo, Alemania ha jugado un juego muy largo, participando en una serie de reformas del mercado laboral en la última década, así como ha mantenido sus costos laborales a niveles competitivos, en comparación con sus competidores, tanto dentro de la zona del euro como fuera. Esto contrasta con las reformas emprendidas en muchos países de la periferia, implementadas durante la recesión y en un espacio mucho más corto de tiempo.
Por el momento, Alemania debe escapar de una recesión técnica, los signos generales para el primer trimestre son ligeramente positivos, pero si miramos más allá, vemos que va a ser difícil dado el panorama de la mayoría de sus socios comerciales.