El ser humano necesita pensar que el mundo es predecible y controlable, pero en realidad no lo es. Cuando acontecimientos como la invasión de Rusia suceden, nos damos cuenta de esta realidad y pasamos de pensar que el mundo es predecible y controlable a pensar que todo se desmorona, pero en realidad tampoco es así.
Una de las incertidumbres a la que nos enfrentábamos este principio de año no se ha resuelto favorablemente, por lo que conviene evaluar el nuevo entorno en el que nos encontramos, huyendo de la emocionalidad que hace aflorar la circunstancia y con la mayor objetividad posible.
El impacto en la economía global de la guerra viene por el incremento del precio de las energías y materias primas que apuntan a una inflación elevada y persistente los próximos meses. Desde el punto de vista comercial el impacto no es tan importante, se ciñe a aquellas compañías o economías excesivamente dependientes de Rusia, que en peso relativo no son demasiadas. Evidentemente Europa va a tener un impacto mayor desde el punto de vista energético ya que el 41% de gas y el 27% del petroleo que se consume en Europa proviene de Rusia. Por ahora no se han cortado los suministros pero el incremento de precio de los futuros de estas energías descuentan un escenario de corte.
El impacto para la economía Rusia, tras las sanciones internacionales, apunta a ser muy importante y de un calado que puede ser devastador. En el pasado, las sanciones económicas probaron ser más eficaces que las acciones militares. Ahora, con múltiples frentes económicos occidentales abiertos, no será la excepción. En la nueva realidad bélica, las sanciones económico-financieras son mucho más rápidas y efectivas que las armas convencionales a la hora de causar daño al enemigo. La economía rusa ocupa el puesto 11 en el mundo teniendo en cuanta su PIB, pero representa solo el 7% del PIB de EE.UU.
Este es el nuevo entorno al que se enfrentan los mercados, que tratan de evaluar si los diferentes ángulos de impacto del conflicto en la economía nos avoca a una recesión. Por ahora, los mercados están en modo de prevención y apuntan a un freno económico importante. La aversión al riesgo está haciendo que la evaluación se posicione en un escenario de recesión. Sin embargo, la evaluación esta siendo asimétrica en las distintas plazas. Mientras que en Europa el EurStoxx 50 ha caído un 17,27% en lo que va de año y desde el día de la invasión un 7,85%, en EE.UU. El S&P 500 ha caído un 9,18% desde principio de año y lleva una ganancia del 2,17% desde el día de la invasión. El índice MSCI World en dolares, que representa la bolsa mundial, ha caído un 10 % desde principio de año y un 2,53% desde el día de la invasión.
Este es el daño hasta el pasado viernes en los barómetros de la economía. ¿Son suficientes estas caídas para representar un cambio de tendencia? Aunque la aversión al riesgo nos haga vivir caídas aun mayores, quizás es demasiado pronto para confirmar el cambió de ciclo.
Históricamente los acontecimientos geopolíticos, incluso los que implican a importantes productores de energía, no han tenido un impacto duradero en los mercados. Al mirar hacia atrás, las ventas masivas en los mercados de renta variable relacionadas con eventos geopolíticos han tendido a ser cortas y agudas, con ventas masivas que no duran mucho más que un mes, ya que los mercados reaccionan ante el evento repentino. El nivel de la reacción del mercado puede ser considerable, como ha sido en este caso, si lo miramos desde el principio de año. Sin embargo, en la mayoría de los incidentes geopolíticos anteriores, los mercados han tendido a recuperarse hasta su nivel anterior en menos de un mes, después de que los inversores evaluaran que el entorno macroeconómico no ha cambiado sustancialmente. Por supuesto, si el contexto de crecimiento cambia materialmente, como lo hizo con la crisis del petróleo de 1973, puede conducir a una mayor ola de ventas y a un periodo más largo para recuperar las pérdidas.
La reducción del riesgo de una cartera puede ser tentadora dadas las posibles consecuencias de un periodo prolongado y significativo de conflicto entre Rusia y Occidente. Sin embargo queda por ver la reacción de las autoridades monetarias y gobiernos de occidente para paliar los daños que el conflicto puede provocar en la economía.
Los Bancos Centrales se encuentran entre la espada y la pared, deben decidir entre normalizar la política monetaria y de tipos para frenar la inflación o apoyar el crecimiento económico, evitando una recesión. No tardarán en darse cuenta que aumentar tipos y reducir estímulos ante un escenario inflacionario debido a la oferta nos conduce directamente a la estanflación (inflación + recesión), siendo esté el peor escenario para el cumplimiento de los mandatos de los bancos centrales. Esta semana tenemos la reunión de tipos del BCE y el mercado espera señales de apoyo al crecimiento, dadas las circunstancias.
Por otro lado, los gobiernos se verán obligados a tomar medidas contra la subida de la energía para las empresas y las familias. No es descartable la subvención de la energía y la eliminación de los impuestos directos sobre la misma en Europa. Aunque a largo plazo ya ha quedado claro que se deben intensificar la inversión en la transición hacia las energías renovables, a corto plazo hay que tomar medidas inmediatas que alivien la tensión sobre la demanda y la actividad empresarial. La reunión de esta semana de los lideres de la Unión Europea pueden marcar una agenda en este sentido.
En estas circunstancias, el inversor no debe dejarse llevar por el pánico y mantener el plan financiero elaborado antes del conflicto. Podemos ver días peores de mercado, focalizado en los días de máxima tensión, como el pasado viernes con la ocupación por Rusia de la central nuclear de Zaporiyia, pero una buena diversificación de las carteras, por estrategias sectoriales, geográficas y de divisas debe calmar las tentaciones del inversor de tomar una decisión precipitada.
Respecto al posicionamiento en estos momentos, como he indicado, apuesto por mantener la estrategia previa a la invasión respecto al tipo de activo. Es demasiado tarde para reducir exposición a bolsas y demasiado pronto para aumentarla aprovechando las oportunidades que están emergiendo. Este momento llegará, pero va a depender de lo que se alargue el conflicto. Los impactos en los mercados de los conflictos geopolíticos generan una volatilidad que históricamente ha supuesto una oportunidad.
Si hablamos de movimientos tácticos, dentro de la estrategia de activos que mantenemos, convendría aumentar posicionamiento en EE.UU., en energías renovables, ciberseguridad y recursos naturales y reducir posicionamiento en el sector financiero y del lujo.
Esta semana la atención seguirá puesta en la guerra de Putin, esperamos alta volatilidad y es de esperar las medidas que proyectan tomar la Unión Europea para capear el impacto en las economías europeas del conflicto y del BCE en apoyo del crecimiento económico.