En estos tiempos tan volátiles, estamos viendo cosas que en más de cien años no se habían dado en los mercados financieros. La verdad de todo este tinglado de la bolsa, al contrario de lo que muchos opinan, ha anticipado y está anticipando acontecimientos.
Basta seguir a los referentes y su toma de decisiones y ver que decían hace dos años por ejemplo. El derrumbe en Febrero es una muestra de lo que está aconteciendo en la economía real y lo que va a venir según marcan los organismos internaciones.
La caída masiva del PIB a escala internacional es evidente. La caída del petróleo lo anticipa, las aerolíneas y los indicadores adelantados. Nada que decir sobre el VIX o las proyecciones a medio y largo plazo de fondos y hedge funds en cuanto a lo que será el modelo productivo post-covid.
Pero volviendo al hilo del título del artículo. La bolsa no sólo anticipa lo que está por venir por las decisiones de inversión o especulación sino que es una fuente de financiación y de liquidez increíble tremendamente globalizado y regulado.
Esto que parece tan evidente parece no entenderlo mucha gente y es clave para la sostenibilidad del sistema mercantil. La bolsa es un indicador de referencia a futuro más allá de lo que el corto plazo ya nos da. Puede parecer que sólo es dinero sin más pero el mercado financiero salvo excepciones es una fuente de riqueza y de perspectiva a futuro en cualquiera de los sectores que cotiza.
Más sofisticado y profesional por todos los que nos dedicamos a ello. La economía es la bolsa, a pesar de muchos. De ahí que grandes economistas fallen tanto en sus pronósticos. La ortodoxia económica no tiene en cuenta al mercado financiero como regulador, termómetro, diagnóstico y medicina de las economías, más aún cuando el dinero no entiende de fronteras ni de ideologías. El antiguo mercantilismo ya se ha desarrollado, ha evolucionado a una gráfica que cotiza más que nunca.