El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, fue protagonista durante la semana pasada, con su comparecencia en un evento del Fondo Monetario Internacional el jueves y su aparición en una entrevista televisiva que se emitió el domingo por la noche.
Su expresión preferida en la televisión fue que la economía estadounidense está en un "punto de inflexión", lo que significa que las perspectivas han mejorado, pero todavía hay riesgos. En el evento del FMI, Powell dijo que el aumento de 916.000 empleos en Estados Unidos en marzo fue grande, pero que aspira a ver una serie de ganancias de más de un millón durante muchos meses.
La presidenta de la Fed de Cleveland, Loretta Mester —que normalmente muestra una postura agresiva fiable— se hizo eco de este sentimiento prudente sobre las ganancias de empleo. "Fue genial ver ese informe", le dijo a un entrevistador de televisión. "Necesitamos más como ése de aquí en adelante".
Neel Kashkari, presidente de la Fed de Minneapolis, se ha mostrado mucho más prudente cuando advirtió en un evento virtual del Club Económico de Nueva York que las variantes del virus representan un gran riesgo, ya que su propagación podría conducir a nuevas restricciones. Ha añadido que ni siquiera le preocuparía una tasa de inflación del 4%, dependiendo de lo que la provocara.
Resultados, no perspectivas
Las autoridades de la Fed han subrayado en las últimas semanas que se comprometen a mantener la relajación monetaria —tipos de interés cercanos a cero y 120.000 millones de dólares en compras mensuales de activos— hasta que la economía alcance un nivel máximo de empleo generalizado.
En resumen, la Fed tiene un interés personal en lastrar el optimismo incluso cuando los participantes del mercado esperan un gran fortalecimiento de la economía y un importante repunte de la inflación.
La gobernadora de la Fed, Lael Brainard, se ocupó de amortiguar el optimismo cuando dijo en la CNBC que las autoridades de política monetaria están centradas en los "resultados", no en las perspectivas.
"Las perspectivas son más brillantes, pero por supuesto nuestra orientación de la política monetaria de cara al futuro se basa en los resultados, no en las perspectivas, por lo que va a pasar algún tiempo antes de que tanto el empleo como la inflación hayan logrado los tipos de resultados que prometen esas previsiones a futuro".
Pero incluso los economistas conservadores de la OCDE han duplicado recientemente sus previsiones de crecimiento del PIB estadounidense este año, hasta el 6,5% frente al 3,2% pronosticado en diciembre. Ésta sería la tasa de crecimiento más elevada del país desde 1984.
El FMI intervino la semana pasada con una previsión similar de crecimiento del 6,4% para Estados Unidos. El desempleo podría descender del 8,1% del año pasado al 5,8% de este año y al 4,1% el próximo, según prevé el Fondo.
Ante esta opinión económica experta, sería comprensible que los inversores recibieran las desalentadoras palabras de la Fed con escepticismo, si no cinismo.
Los últimos comentarios de las autoridades se hacen eco de las opiniones expresadas en las actas de la reunión de marzo del Comité Federal de Mercado Abierto publicadas la semana pasada, que también se esforzaron por lastrar este arrogante optimismo, incluso cuando todo el mundo parece estar prediciendo un fuerte repunte. Como decían las actas:
"A pesar de estos indicadores positivos y la mejora de la crisis de salud pública, los participantes estuvieron de acuerdo en que la economía seguía muy alejada de los objetivos a largo plazo de la comisión y que el camino de aquí en adelante seguía siendo altamente incierto, pues la pandemia continua planteando riesgos considerables para las perspectivas".
Y Powell advirtió en sus observaciones ante el FMI que la implementación de las vacunas contra el COVID-19 avanza a un ritmo desigual en las distintas partes del mundo y esto tendrá un impacto en la rapidez con la que la economía mundial puede recuperarse.
"Hasta que todo el mundo esté vacunado, todos estaremos en riesgo ante las nuevas mutaciones y no podremos reanudar realmente la actividad con confianza en todo el mundo", dijo.
En el pasado, la Fed ha tendido a enfatizar que no es responsable de la economía mundial, sino que orienta su política monetaria según lo que ocurre en Estados Unidos. Eso aparentemente ha cambiado junto con el aumento de la tolerancia a la inflación. Los responsables de política monetaria de la Fed están incursionando en la política de salud pública, la justicia socioeconómica, la desigualdad de ingresos y otras preocupaciones que podrían parecer ajenas a sus competencias en política monetaria.
Las actas de la Fed han restado importancia a las preocupaciones de inflación. El aumento del rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense, evidente a través de los bonos de referencia a 10 años, que tienen inquietos a los inversores, no se debe a las expectativas de inflación de los tipos de interés de la Fed, dicen las actas, sino que refleja el aumento de las primas a plazo impulsadas por otras fuerzas, como billones de estímulos fiscales y el endeudamiento adicional que eso implica.
"Las primas a plazo más elevadas podrían reflejar las perspectivas de una política fiscal más expansiva y la consiguiente revisión al alza en la trayectoria esperada de la actual deuda del Tesoro", señalan las actas.
En lo que podría ser una cita de la propia Brainard, las actas dicen que las comunicaciones con el público deberían señalar que la política monetaria está relacionada con el progreso actual:
"En particular, varios participantes señalaron que los cambios en la senda de la política monetaria deberían basarse principalmente en los resultados observados y no en las previsiones”.