Jornadas intensas, de fuertes movimientos, vivimos en el mercado de divisas. El dólar presenta un comportamiento dispar ante las monedas principales, que comienzan a dar señales de vida luego de varias semanas de dominio absoluto por parte de la divisa norteamericana.
La baja sin piso cierto por ahora del barril del etróleo sigue preocupando a los mercados; si bien la explicación que se brinda, exceso de oferta, baja en la demanda, puede tener algo de validez, el enfrentamiento entre los países de la OPEP, sobre todo las naciones de la península árabe y Estados Unidos, productor y exportador de shale oil, está marcando el camino del petróleo. Y si bien se ubica cerca de los 60 dólares, no hay forma de saber si su precio seguirá cayendo mucho tiempo más, aunque técnicamente luce totalmente sobre vendido.
Pero al margen del precio del petróleo, que en definitiva tiene mucho de especulación y poco de oferta y demanda (comienza el invierno boreal y el precio baja, algo insólito), las acciones de las plazas financieras principales siguen cayendo, ahora con mayor velocidad. Claro está, la corrección que vemos proviene de Wall Street, y se extiende sin excepciones al resto de las bolsas.
Pero se trata de una corrección saludable y necesaria en un contexto totalmente alcista, que presenta un canal muy nítido en esa dirección. Si se analiza un gráfico de largo plazo, la base de dicho canal aparece recién en la zona de 16.000 puntos, unos 1500 puntos por debajo del nivel actual. No hay alarma posible.
Claro que estos movimientos generan pequeños temblores financieros, y en los países de economías emergentes, con mercados financieros más frágiles, las bajas de las acciones de esta semana prácticamente borraron meses de ganancias. Es, otra vez, muy común ver las fotos de los operadores bursátiles tomándose la cabeza debajo de un título ya demasiado gastado "día negro para los mercados".
En estas circunstancias conviene preguntarse de donde vienen los movimientos alcistas de las acciones en todo el mundo. Hasta hace un mes y medio, Estados Unidos inyectó en su economía 85 mil millones de dólares, en cuotas que fueron disminuyendo progresivamente; esto habla de una economía en emergencia, con tasas de interés casi nulas. El índice Dow Jones, en máximos históricos.
En Japón, hay recesión, deflación, aumento de la masa monetaria sin efecto sobre la economía, y un gobierno, el de Shinzo Abe, que pone en juego su continuidad en los próximos meses a través de un adelantamiento de las elecciones; sin embargo, el Nikkei 225 pasa por máximos históricos.
En Europa, la crisis es denunciada sin demoras por parte del Banco Central Europeo (BCE), una entidad cuyo pesimismo es ya un clásico. El sur de Europa con recesión, tasas de desempleo por encima del 20%. En el norte, Alemania apenas se salvó de la recesión, hay peligro de deflación, balanzas comerciales que pierden superavit mes a mes: los índices bursátiles europeos, en máximos históticos o de varios años.
La única explicación pasa por tasas de interés que invitan a invertir en cualquier activo que no sea el banco, pero todo tiene un límite, y un día las tomas de ganancias se producen.
Por el momento, las monedas del viejo continente van ganando la contienda diaria. El euro se prepara para atacar la zona de 1,25, la libra esterlina pretenden pasar y confirmar el quiebre de 1,57, y el franco suizo trata de consolidarse sobre 0,9620.
Las monedas vinculadas al petróleo muy débiles, y sin señales de cambio de rumbo, y el dólar australiano que no logra consolidar una recuperación.
Todo ello, en un contexto en el que las peticiones semanales de desempleo, a las 8:30 del este, junto con la cifra de ventas minoristas, tendrán su peso específico en los precios del dólar durante la sesión americana que se inicia.