Banco Popular (MC:POP) anunció durante la semana una gran ampliación de capital por importe de 2.500 millones de euros, lo que supone la segunda en menos de cuatro años (en 2012 realizó otra por el mismo importe). El objetivo de la entidad es quitarse de encima la cartera inmobiliaria valorada en 15.000 millones de euros.
Los accionistas tienen desde el 28 de mayo hasta el 11 de junio para ejercer su derecho de suscripción preferente para acudir a la ampliación de capital o bien venderlos.
La realidad es tozuda. Parece que dada las circunstancias había que optar por una ampliación de capital, por una intervención del Gobierno o por fusionarse con otras entidades. Y ojito porque si el precio de las acciones continúa bajando, la actual ampliación de capital no serviría de mucho y el banco sería intervenido.
No obstante, cabe recordar que llegado el caso de una intervención, el FROB garantiza hasta 100.000 euros por titular y cuenta.
Como daños colaterales tenemos que se suprime el reparto el dividendo este año, la dilución del valor de las acciones y que seguramente se realizará una provisión de fondos.
Pero el peor de todos los daños es la caída en picado de la cotización de las acciones del Banco Popular, sumando dos días en rojo, el primero con recortes del -26,5% y el segundo llevando el acumulado a -35%.
El hecho de haber perdido la zona clave de los 2 euros ya advirtió de una mala señal técnica y el precio se encuentra en niveles no vistos desde octubre del año 1992.
Habría que tener presente un detalle. El precio de la ampliación es de 1,25 euros, por lo que podría ser interpretado como el valor de mercado. Esto significa que aún estaríamos lejos de dicho valor de mercado (cerró el viernes en 1,59 euros). No necesariamente ha de caer hasta esa zona, pero sí que no invita aún a tomar posiciones de compra en un contexto eminentemente dominado por la volatilidad, el nerviosismo, la incertidumbre y la mayor de las decepciones.