El análisis de un potencial alcista en el mercado de deuda soberana argentina no sólo es positivo desde el lado de quien está comprado bonos. Este artículo precisamente analiza el otro lado del bono, desde la óptica de quien lo emite: ¿Cuánto puede ahorrar Argentina en intereses si su tasa de cayese unos 400 puntos básicos en los próximos 12 meses?
Respecto al enfoque de quien está comprado bonos, el análisis es muy sencillo: si estoy en largo, ante una caída de 400 puntos en su rentabilidad, convexidad y “carry” aparte, se puede ganar hasta un 48% en apreciación directa, y si el evento del 12 de junio nos permite llegar ilesos a 2015, un rally en deuda argentina es un escenario probable que bien podría darse rápido llegando a diciembre 2014.
2014 es un año en el cual Argentina intenta reinsertarse en los mercados internacionales. En este aspecto, hay tres escollos claves que el país debió enfrentar desde inicios de año: a) la indemnización a Repsol por la nacionalización de YPF, b) pagarle al Club de Paris lo que se le adeuda desde hace más de una década, c) los hold-outs.
Los primeros dos escollos han sido ya renegociados durante estos meses, mientras que el tema de los hold-outs es probablemente la gran y última asignatura pendiente para un país que con un déficit energético en torno a 15.000 millones de dólares al año y con reservas que sólo rozan los 28.500 millones de dólares, por lo que necesita destrabar la vía de la financiación externa cuanto antes.
Está claro que intentar renegociar estas asignaturas pendientes en un momento en donde toda la curva soberana cotiza horizontalmente con una rentabilidad del 11% no es barato. La posición del país para negociar está lejos de ser óptima, pero es lo que hay y en algún momento se hace necesario tomar la pérdida y mirar hacia adelante de una vez.
En este contexto, resulta clave distinguir entre los costes inmediatos de los acuerdos y el valor presente de ingresos/ahorros que los mismos podrían generar a futuro. Evaluarlos bajo la letra pequeña sin considerar las claras externalidades futuras que los mismos serán capaces de generar es un error y los subestima. Los principales impactos positivos son dos:
1.Ahorro de intereses: Supongamos que en dos años el sector público y el privado pudiesen acceder al mercado de deuda por un importe de 30.000 millones de dólares a una tasa del 7% con deuda bullet a 10 años.
Si en vez de financiarnos al 11% actual, lo hiciésemos al 7%, el sólo ahorro de intereses en valor presente sería de 7.877 millones de dólares. Y si el rally de la curva fuese aún más violento llevándola al 5%, el ahorro sería de 12.498 Millones, al sólo efecto de cuantificar si tiene sentido o no destrabar el financiamiento externo.
Obviamente que estos números lejos están de ser perfectos, pero el objetivo de este artículo no es el de buscar la perfección, sino el de identificar las enormes externalidades asociadas a reinsertarnos nuevamente en el mundo.
2.Reactivación económica vía financiación: El valor intrínseco en una Argentina que en vez de descontar al 11% lo pueda hacer al 7% es enorme pensando en el sustancial valor que será liberado una vez que el país comience a mostrar tasas de descuento razonables y acordes al mundo de tasas colapsadas en el que vivimos.
Una curva soberana argentina cotizando más abajo no sólo implica ahorro directo sino implica también, entre otras cosas, generación de empleo y reactivación de una economía que hoy está en recesión.
El potencial colapso en la parte larga de la curva de rentabilidad argentina claramente genera dos efectos positivos: ahorro y crecimiento potencial por lo que resulta indispensable seguir con el proceso de acercamiento iniciado este año a pesar de los costes que claramente están involucrados en cada renegociación de deuda.
Ser miopes en este sentido implica considerar solamente los costes relacionados a cada renegociación, ignorándose las claras externalidades envueltas en una Argentina que pueda interrelacionarse nuevamente con el mundo en forma eficiente.
Todo esto se hace especialmente relevante en este lunes 9 de junio, con vistas a lo que la Corte Suprema de Estados Unidos decida el 12; sin dudas la semana más importante en materia de deuda después del canje del 2005.