Tras los nuevos records de la semana pasada en Wall Street, ayudados por los buenos datos de empleo de la primera economía mundial, quedan pocas dudas de que se está consolidando una fase intermedia dentro del ciclo alcista. El empuje del sector tecnológico, con el Nasdaq 100 subiendo un 3,21% en la semana, demuestra que los fundamentos sobre los que se construyó la recuperación de mercados que se inició el pasado año, tras la convulsión por la pandemia, siguen vigentes hoy en día.
Los buenos resultados empresariales, superando expectativas, vaticinan una continuidad del ciclo. Unos alentadores datos macro económicos, a pesar de las dificultades que nos encontramos en las cadenas de suministros, justifican la afirmación de que nos encontramos en una fase intermedia dentro del ciclo alcista. La llegada de la normalización en las cadenas de suministros y en el transporte supondrá un nuevo impulso para el crecimiento económico y para los resultados empresariales, entrando probablemente entonces si en la fase final del ciclo alcista actual. Una normalización para la que tendremos que esperar hasta el primer semestre del próximo año. El reseteo de la actividad económica ha conllevado estos desajustes, los cuales necesitan su tiempo para regularizarse.
Ahora con la llegada del periodo de mayor consumo en el año se van a enfatizar las dificultades en el suministro y el abastecimiento de terminados productos y esto puede generar ciertas dudas y algún sentimiento de pánico. Pero no deberíamos cometer el error de basar nuestras decisiones en una problemática temporal. La especie humana es muy dada a sobre dimensionar algunas problemáticas superficiales, reaccionando de una manera inadecuada lo que lleva a un agravamiento de las mismas. Curiosamente se actúa de forma más pasiva cuando surgen los problemas de fondo, como por ejemplo la crisis climática.
Por lo tanto, vamos a prepararnos para escuchar alrededor nuestro mensajes apocalípticos, apagones mundiales, inflación desbocada, crisis sin precedentes, etc. Ese entorno en el que se maneja como pez el agua el periodista de las noticias Pedro Piqueras, pero que deberíamos intentar que no nos influya ni en nuestro ánimo ni en nuestras decisiones.
Sin embargo, el entorno para los mercados es de los mejores de hace mucho tiempo. Por eso estamos viendo como continuamente se superan máximos en bolsa y las caídas son muy limitadas. Creo que ya ha quedado claro, con los mensajes y actuaciones de los bancos centrales, que el ruido de la inflación que venimos arrastrando esta año, es eso, solamente ruido. Como ya he indicado en mis anteriores análisis, estamos ante una inflación cuyo origen es la oferta y no la demanda. Si identificamos un fin de ciclo con una subida de tipos, hay que contar que con este tipo de inflación no cabe una subida de tipos, porque no hay ningún tipo de recalentamiento de la economía debido a una demanda disparada. Así lo han transmitido los bancos centrales, la Reserva Federal, aunque ha iniciado el tapering, aplaza la subida de tipos hasta 2023 y dependerá de la evolución de la economía. El Banco de Inglaterra en su reunión de la pasada semana no toco los tipos, cuando se daba casi como hecha la subida. A pesar de la ansiedad por normalizar la política monetaria y de tipos de interés, los bancos centrales están actuando de una manera muy comedida y con un gran acierto hasta la fecha.
Esta reflexión sobre la inflación y la posible subida de tipos hay que tenerla en cuenta en nuestra gestión de la renta fija. No deberíamos mostrar más ansiedad que los bancos centrales a la hora de reducir radicalmente duraciones o posicionamientos en esta activo. Este año el comportamiento de la renta fija no esta siendo buena, esto es evidente, pero en gran parte por la ansiedad de los actores que intervienen en el mercado. Los movimientos especulativos están generando una volatilidad mayor de la previsible Si no tenemos un claro objetivo de llegada a termino con los bonos que tenemos en cartera puede ser muy compleja la gestión de la renta fija este año. Esta suponiendo un riesgo relativo más alto que la renta variable, lo cual deberíamos sopesar en la construcción de nuestra cartera .
En resumen, un entorno favorable para los mercados en el que conviene una sobre ponderación de la renta variable en las carteras, siempre ajustada a nuestro perfil de riesgo como inversor, apoyándonos en las mega tendencias a la hora de seleccionar los componentes de la misma. La tecnología, la sostenibilidad o infraestructuras, deberían aparecen en nuestro portafolio. Para el componente de renta fija, apostaría por incorporar calidad con un yield razonable, pero con un objetivo de mantener a termino los activos.
La semana en la que entramos volverá a ser protagonista la inflación, con la publicación el miércoles del IPC de Estados Unidos, China y Alemania. Es de esperar algo de volatilidad en la deuda y el crédito, aunque quizás menor que otras ocasiones. Esperamos que se mantenga el tono positivo en la renta variable aunque no es descartable cierta realización de beneficios.