Hay mucha gente que piensa que lo de la inteligencia artificial es humo. Nosotros no. Pensamos, tal y como hemos explicado en ocasiones anteriores, que estamos ante un nuevo escalón en la revolución digital y que, como ocurrió con los anteriores, traerá efectos económicos y bursátiles muy positivos.
Para entender hasta qué punto es importante el salto que se ha producido de la inteligencia artificial tradicional —que son los algoritmos que conocemos actualmente— a la inteligencia artificial generativa —por ejemplo, Chat GPT— basta ver lo preocupados que están científicos, políticos y filósofos.
Nosotros no vamos a entrar en la parte moral, ética o de ciencia ficción del asunto, no es nuestro papel. Lo nuestro es la parte económica. Y hemos localizado un informe de McKinsey que pone números a lo que puede suponer la inteligencia artificial generativa en la economía y las empresas.
La primera cuestión a considerar es que la IA generativa afectará a casi todos los sectores. Según McKinsey, la IA generativa (“Aprendizaje Profundo Avanzado”) podría generar entre 2,6 y 4,4 billones de dólares de valor adicional sobre el que aportan las tecnologías de la información y el “Machine Learning” actualmente en funcionamiento y desarrollo. Y eso es algo que todavía no está descontado en el precio de las empresas cotizadas (salvo tal vez en el caso de las empresas tecnológicas).
La mejora afectará sobre todo a operaciones con clientes, marketing y ventas, ingeniería de software e I + D.
En nuestra opinión, la clave está en la mejora de la productividad, que será de entre el 37 % y 70 %. Y es la clave porque las mejoras de productividad van directamente a la cuenta de resultados. Y las bolsas descuentan en los precios las expectativas de resultados futuros de las empresas.
La inteligencia artificial generativa llegará de forma muy gradual. Pero tampoco conviene descuidarse, porque en el mundo actual las mejoras tecnológicas se implementan muy rápido. Especialmente cuando la “mejora” aprende sola (por eso se habla de IA “generativa”).
El Informe de McKinsey pone cifras concretas sobre el incremento de ingresos anuales que podría suponer la IA generativa en diferentes sectores:
- En el sector de bienes de consumo, de 400.000 M a 660.000 M de dólares.
- En el sector bancario, de 200.000 M a 340.000 M de dólares.
- En farmacia y productos médicos, de 60.000 M a 110. 000 M de dólares.
Desde el punto de vista de la inversión, la estrategia a seguir es sencilla como idea, pero complicada de aplicar.
Básicamente se trata de ir identificando no solo dónde se va a producir una más rápida introducción de la inteligencia artificial generativa —y por lo tanto mejora de la productividad—, sino también cómo lo va percibiendo el mercado.
Por ejemplo, el sector bancario es, en nuestra opinión, un evidente beneficiario de esta nueva tecnología, pero a día de hoy no hay un solo analista que hable de ello. Y si no se habla de ello es muy difícil que se “caliente” el sector por ese motivo. Ahora bien, ya lo decía Keynes: los mercados se mueven por modas, y habrá un momento en el que alguien lo dirá, alguien conocido, y entonces todo el mundo se querrá subir al carro. Por ese motivo habrá que estar muy atentos para no estar subidos ni demasiado pronto ni demasiado tarde. Y eso será de aplicación a casi todos los sectores.
Por lo tanto, la estrategia a seguir es tener ideas claras sobre los beneficiarios de esta nueva tecnología y contar con la información necesaria para saber cuándo se están produciendo estos cambios. Pero sobre todo cuando empiecen a ser apreciados por inversores y analistas.
También es muy importante conocer los instrumentos que se deben de utilizar en cada caso. Por ejemplo, ahora puede ser muy interesante un fondo de gestión activa del sector tecnológico que esté aprovechando el impacto en las grandes compañías. Y que el gestor sepa elegir aquellas que realmente están recibiendo los parabienes de los inversores.
Pero también hay que ser conscientes de que el mejor momento para estar en las empresas tecnológicas fabricantes de esta tecnología es cuando todavía son pequeñas y no tienen presencia en los grandes fondos de inversión.