Entramos en la semana decisiva, o no, para la resolución del culebrón del Brexit. Esta semana los miembros del parlamento de Reino Unido harán un segundo intento de votación sobre el acuerdo de Brexit de la primera ministra británica, Theresa May. En esta ocasión, aunque los apoyos con los que cuenta para sacarlo adelante son mayores, todo apunta a que no será aprobado, o quizás sí. En cualquier caso, esta indefinición psicótica a que nos tienen sometidos los británicos desde el 23 de junio de 2016 ha llevado a la inmunización de los mercados financieros ante los llamados momentos “decisivos” de este proceso. Por ello en esta ocasión no hay que esperar una reacción de calado en los mercados ante el resultado de la votación de este próximo martes. Un resultado negativo supondrá una nueva convocatoria o un retraso en la salida efectiva de los británicos de la Unión. La salida desordenada se antoja demasiado arriesgada para los británicos y en especial para sus políticos.
Que el asunto Brexit se considere como un foco menos catalizador del comportamiento de los mercados también es debido a la visión más positiva que del devenir de la economía mundial se está percibiendo este principio de año. La mayor flexibilidad transmitida por la FED sobre su programa de tipos, los mensajes alentadores que se reciben de las negociaciones del asunto comercial entre EE.UU. y China y los datos macro en tono positivo, han hecho que el fantasma de la recesión se aleje. Como consecuencia de esto los mercados de renta variable han vuelto al verde este año 2019. El IBEX acumula 6 de sus 8 sesiones en positivo anotándose la pasada semana una subida del 1,59%. De la misma manera en Estados Unidos sus índices recuperaron posiciones avanzando en torno al 2,50% en la semana. Por su parte señales como una inflación estadounidense más comedida, publicada el viernes pasado, alientan la posibilidad de que no se suban los tipos en 2019 y esto favorece a las empresas más endeudadas y al consumo.
Tampoco debemos negar que todavía hay indicadores que apuntan a un final de ciclo, como el aplanamiento parcial de la curva de tipos estadounidense o la ampliación de los spreads en el crédito, pero quizás la virulencia que se representó en valoraciones a final del pasado año fue excesiva, auspiciado por un periodo sin datos macro relevantes y poca sensibilidad de los banqueros centrales en sus declaraciones. Esta precipitación en descontar una futura recesión, sin valorar la posible profundidad de la misma ni su timming, generó una gran desconfianza en el inversor pero también oportunidades que abonan el terreno para una buena primera parte del año.
Esta semana se empezarán a publicar resultados empresariales del último trimestre que se esperaran mantengan el tono positivo, en lo que a empresas estadounidense se refiere, y esto supondrá un motivo más de estabilización de los mercados y el esperado movimiento alcista en V que preconizan los más optimistas. En Europa veremos ralentización en el crecimiento de los resultados, pero crecimiento al fin y que pueden ser sostenidos en el tiempo con el apoyo de unos emergentes menos tensionados y una relajación en las tensiones comerciales.
La paciencia y una buena selección de activos con interesantes retornos (yields) por cupón o dividendo van a ayudar al inversor a retomar la confianza en los activos financieros tras un 2018 de resultados negativos. Un entorno más optimista ayudará a recuperar valoraciones en los activos como la deuda corporativa tan castigada el pasado año y que afectó especialmente a las carteras más conservadoras.