El franco suizo es, sin duda, la noticia de la semana. El pasado jueves el Banco central suizo (Swiss National Bank o SNB) decidió eliminar el techo al valor de su moneda respecto del euro. Esta medida produjo una masiva apreciación del franco en más del 17%, y sus consecuencias pueden llegar a ser alarmantes.
Ahora bien, ¿cuál es la historia detrás de esta desesperada decisión? Para ello debemos hacer un poco de historia y remontarnos al período post crisis de 2008. Luego de la crisis subprime, hubo grandes movimientos de capitales en búsqueda de refugio, y la nueva asignación de recursos produjo una apresurada y definida apreciación de la moneda suiza. En respuesta a esta tendencia, el SNB impuso, en septiembre de 2011, un límite a dicha apreciación, con el objetivo de sostener las exportaciones, principal fuente ingresos de la industria local.
Desde 2012, la economía suiza ha vivido un crecimiento mayor a la eurozona. Sin embargo, la persistente debilidad de varios países europeos comienza a afectar el valor de la moneda, e incluso, a cuestionar la existencia de una moneda común europea. Las tasas de desempleo en Grecia, España, Portugal e Italia (25,8%, 23,9%, 13,9% y 13,4%, respectivamente) contrastan enormemente con la de Alemania (5%), y exigen, naturalmente, políticas económicas diametralmente opuestas.
En este escenario, las proyecciones del euro varían desde negativas hasta alarmantes, y ello es lo que preocupa a las autoridades suizas. Ante la constante demanda de francos suizos, dentro de un esquema de tipo de cambio “fijo” (técnicamente dentro de ciertas bandas), el SNB ha adquirido, durante los últimos años, una gran cantidad de Euros. En este marco, para evitar una enorme licuación de sus activos, el SNB decidió liberar el tipo de cambio y dejar que el franco suizo se apreciara.
La enfermedad “holando-suiza”
La gran paradoja de esta historia se encuentra íntimamente relacionada con aquella que sucedió en Holanda allá por los años 70 y que se dio a conocer como la enfermedad holandesa. Por aquellos tiempos, en los Países Bajos se descubrieron grandes yacimientos de gas que dieron como resultado un ingreso masivo de divisas que apreció el Florín, la moneda neerlandesa. Dicho ajuste afectó al resto de la economía, perjudicando la competitividad de las exportaciones, y en consecuencia, el empleo y el nivel de actividad.
Si bien son distintas las causas, hoy Suiza se enfrenta ante el mismo dilema. Si el SNB decide mantener la competitividad del Franco, debe intervenir comprando el exceso de euros a riesgo de fuertes pérdidas en su balance y de inestabilidad en su moneda. Si, en cambio, el SNB decide dejar flotar el tipo de cambio (decisión que tomó el pasado jueves), Suiza se enfrenta ante una gran pérdida de competitividad y fuertes caídas en sus exportaciones. Finalmente el efecto caerá sobre el crecimiento y los niveles de desempleo. En ambos casos, es muy posible que el desenlace sea el mismo.