Óscar Tomasi
Lisboa, 14 dic (EFE).- El Banco Internacional de Funchal (Banif (LS:BANIF)) se encuentra sometido a una intensa presión, con sus títulos a un precio muy bajo, la venta del 60 % de sus acciones en marcha y con las prisas de querer encontrar comprador antes de final de año.
El más pequeño de los principales bancos lusos -es la octava entidad por volumen de activos- tiene mercado sobre todo en las regiones autónomas de Madeira y Azores y entre los cientos de miles de emigrantes portugueses repartidos por el mundo, pero está lejos de contar con la dimensión de otros de sus rivales y carece de un peso específico en la economía del país.
No obstante, su situación financiera está en entredicho desde hace años y las noticias sobre su posible venta a algún competidor se suceden, aunque sin concretarse por el momento.
El Banif acumula cuatro ejercicios consecutivos en pérdidas, con un perjuicio acumulado próximo a los 1.400 millones de euros entre 2011 y 2014.
Medios lusos citan a los españoles Banco Santander (MC:SAN) y Banco Popular (MC:POP) entre los interesados, así como al fondo estadounidense Apollo.
Los rumores sobre una hipotética intervención del Banif -opción desmentida "categóricamente" por sus administradores- se dispararon durante las últimas horas en Portugal, lo que llevó a su descalabro en la Bolsa de Lisboa, donde sus acciones cotizan por debajo de los 0,001 euros.
El banco colocó a la venta el porcentaje de sus acciones que está en manos del Estado luso, equivalente al 60 % del total, y mantiene negociaciones con "diversos inversores internacionales" para ejecutar la operación antes del 1 de enero de 2016, cuando entra en vigor el mecanismo único de liquidación y reestructuración bancaria a nivel de la UE.
Esta cambio legislativo tiene por objetivo proteger a los contribuyentes en casos de quiebra de bancos, sustituyendo los "bail-out" -el Estado inyecta dinero en la entidad y recibe acciones- por los "bail-in" -los accionistas, acreedores y personas con depósitos de más de 100.000 euros son los que responden-.
En la práctica, según analistas lusos, también podría complicar una operación de aumento de capital en el Banif a partir de 2016 debido precisamente a que su principal accionista ahora es el Estado portugués.
Este banco fue una de las entidades lusas que recibieron fondos públicos durante la crisis, concretamente 1.100 millones de euros, de los cuales 700 se convirtieron directamente en acciones y 400 eran "CoCos" (un instrumento de capital híbrido).
De estos últimos, la entidad ya devolvió 275 millones de euros, pero falló el reembolso de los restantes 125 millones debido a que perjudicaría sus ratios de capital.
En esta tesitura, fuentes cercanas a la operación explicaron a EFE que encima de la mesa existen tres escenarios: la venta rápida del Banif, la división de la entidad en dos (activos sanos de un lado, tóxicos por otro) o un "bail-in" en 2016, la que es a priori la opción que se quiere evitar.
De momento, el Banco de Portugal no se ha pronunciado sobre las especulaciones alrededor del futuro de la entidad.
El proceso es seguido con gran atención en el país, no tanto por el tamaño en sí del Banif sino por las posibles pérdidas para el Estado que previsiblemente acarreará.
Ejemplo de ello es el valor de la entidad. Si en 2013 el Estado se quedó con el 60 % de las acciones a cambio de inyectar 700 millones de euros, hoy el precio de estos títulos en Bolsa ronda los 40 millones de euros.
El caso despierta recelos en un país que tiene todavía reciente en su memoria el mayor escándalo financiero de su historia, la caída del Banco Espírito Santo (BES) en agosto de 2014, cuando fue intervenido por decisión del supervisor luso tras detectar irregularidades en sus cuentas.
La entidad fue dividida en dos y con sus activos sanos se creó el Novo Banco, que fue financiado mayormente con un préstamo público a devolver en 2016 y que también se encuentra a la venta, por lo que el dossier, año y medio después, aún está lejos de estar cerrado.