Lisboa, 4 feb (EFE).-La estrategia presupuestaria del nuevo Gobierno portugués, asentada en unas optimistas previsiones económicas, y en la reversión gradual de algunas medidas de austeridad, es vista con recelo por Bruselas, que advierte de los riesgos que implica para el país.
En un comunicado divulgado hoy en Lisboa, la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE) subrayaron que este cambio de política "aumentó las necesidades brutas de financiación" del Estado luso en un momento en el que los mercados están "más volátiles".
También destacaron "el impacto en la competitividad y los potenciales riesgos presupuestarios de la reversión de algunas privatizaciones y concesiones de transportes urbanos" en Lisboa y Oporto, en referencia a la que fue una de las primeras medidas aprobadas por el nuevo Ejecutivo, de signo socialista.
El documento reúne las conclusiones de los técnicos de ambos organismos, tras realizar junto al Fondo Monetario Internacional la tercera inspección al país desde que cerrara con éxito su rescate financiero, en 2014.
Durante esta última visita, que se desarrolló entre el 27 de enero y el 3 de febrero, representantes de las tres instituciones se reunieron con las principales autoridades políticas y empresariales lusas para evaluar sus progresos en calidad de acreedores.
"La misión recordó la importancia de aumentar la flexibilidad y la competitividad de la economía portuguesa", reza el texto, en el que se pone de manifiesto la disparidad de criterios a la hora de calcular el déficit luso.
Mientras que el Gobierno pretende cerrar 2016 con este indicador en el 2,6 % del PIB, Bruselas pronostica que lo hará en el 3,4 %.
Divergencias que se repiten a la hora de proyectar el crecimiento del país durante 2016, ya que el Ejecutivo estima una subida del PIB del 2,1 % y las autoridades comunitarias prevén un aumento del 1,6 %.
"El ajuste del déficit estructural subyacente este año refleja un esfuerzo de consolidación insuficiente", destacaron sus técnicos.
También cuestionó el reciente aumento del 5 % del salario mínimo, hasta los 618 euros mensuales (calculado en base a doce pagas), cuyo impacto "deberá ser analizado cuidadosamente para saber su incidencia sobre la estructura salarial y en las perspectivas de empleo de los trabajadores poco cualificados".
"En 2015 se redujo la dinámica de implementación de reformas estructurales (...) La misión instó a las autoridades a proseguir con una agenda de reformas ambiciosa", recalcaron desde la CE y el BCE.
La publicación de las conclusiones de la tercera visita de la troika de acreedores a Lisboa coincide con la negociación que mantienen estos días Bruselas y el Gobierno luso sobre el borrador presupuestario de 2016.
Las autoridades comunitarias hicieron públicas sus dudas sobre las optimistas previsiones económicas que incluye el texto y reclaman la adopción de medidas adicionales que garanticen que el país cumple con sus metas de reducción del déficit público.
El Ejecutivo portugués, por su parte, pretende consensuar esos ajustes con el resto de fuerzas de izquierda, de cuyo apoyo depende en el Parlamento y que le exigen revertir la carga de austeridad aprobada en la anterior legislatura.