Mateo Sancho Cardiel
Nueva York, 2 jul (EFE).- Una vez más, la Reserva Federal tuvo que llamar al orden a los inversores, aunque esta vez lo consiguió a medias. Su presidenta, Janet Yellen, avisó de que hace falta cierta "prudencia macroeconómica", pero si bien no se llegó a los 17.000 puntos del Dow Jones, Wall Street vivió día de récords.
La capacidad de Wall Street para quemar etapas cada vez es más sorprendente. Y cuando todavía la economía está asentando su recuperación después de la crisis de 2008, los mercados solapan ya lo que muchos analistas describen como una nueva burbuja especulativa.
Hoy Janet Yellen, en su discurso ante el Fondo Monetario Internacional, quiso matizar, por un lado, las limitaciones de la propia Fed a la hora de influir en los mercados y que una política monetaria por sí sola no es suficiente para evitar burbujas y crisis financieras.
Por otro, que todavía ve "elementos de creciente riesgo en el sistema financiero" como para lanzar las campanas al vuelo.
Y en Wall Street, ante la reprimenda indirecta, pararon las máquinas, aunque la velocidad adquirida ayer les hizo conquistar un doble récord (en Dow Jones y en S&P 500) por los puntos conseguidos en la distancia de frenada.
De repente, esos 17.000 puntos que ayer se buscaban con avaricia, hoy se esquivaban para no ser acusados de imprudencia.
Pese a los niveles estratosféricos del mercado (Dow Jones ha crecido casi mil puntos en poco más de seis meses y 2.000 en un año) la realidad de la fragilidad económica estadounidense, más allá de los mercados y los indicadores macroeconómicos, quedaba más patente en la Casa Blanca.
Allí, el presidente de EE.UU., Barack Obama, almorzó hoy con un grupo de economistas, entre ellos precisamente, el expresidente de la Reserva Federal Ben Bernanke, para pedirles "ideas" de políticas con las que pueda fortalecer a la clase media y ampliar las oportunidades económicas de un país cuya desigualdad social es de sobra conocida.