Por Ed Cropley
LONDRES (Reuters Breakingviews) - Más de una docena de países africanos están de nuevo en aprietos financieros sólo 14 años después de que a los estados más pobres del mundo se les condonaran deudas por 40.000 millones de dólares. Dado que las zanahorias no han funcionado, podría ser el momento de probar el palo, y dirigirlo tanto a los acreedores como a los deudores.
Quince países africanos se encuentran actualmente en "crisis de deuda" o en alto riesgo de sufrirla, frente a seis en 2014, según el Fondo Monetario Internacional. A menudo se culpa a China, pero su responsabilidad es solo parcial. De 2000 a 2017, prestó a los países del África subsahariana 138.000 millones de dólares, según investigadores de la Universidad Johns Hopkins. La cifra contrasta con la estimación del Banco Mundial de 520.000 millones de dólares para la deuda total de la región al final de ese período. Pekín tampoco tiene el monopolio de los acuerdos opacos. Mozambique entró en crisis en 2016 debido a los préstamos organizados en secreto por Credit Suisse (SIX:CSGN). La República del Congo se metió en un lío similar después de pedir prestado a los comerciantes de materias primas Glencore (LON:GLEN) y Trafigura.
La solución sugerida por Jubilee Debt Campaign, un grupo de presión con sede en el Reino Unido, es exigir que se publiquen los detalles básicos de la financiación, como las condiciones de amortización y los colaterales, si los acreedores desean acogerse a la normativa británica. Jubilee estima que la ley británica, favorable a los acreedores, regula el 90% de la deuda soberana africana. Reino Unido tiene una exposición adicional ya que gasta el 0,7% del ingreso nacional bruto en ayuda humanitaria, más que cualquier otro país industrializado del Grupo de los Siete.
Como es lógico, los prestatarios africanos podrían dirigirse a Nueva York o a jurisdicciones menos estrictas para eludir los requisitos de transparencia. No es lo ideal para los banqueros londinenses, que ya están preocupados por la pérdida de negocios a causa de Brexit. Pero los países que intenten eludir la obligación pagarán un precio, sobre todo por los tipos de interés más elevados exigidos por los acreedores con una protección menos estricta. Y estarán bajo sospecha, expuestos a la reacción en su país. Los kenianos se indignaron en enero después de que la prensa publicara unos supuestos extractos de un acuerdo por el que el Gobierno había aportado Mombasa, el puerto más grande de África Oriental, como garantía de un préstamo ferroviario chino por valor de 3.200 millones de dólares.
Una mayor transparencia significaría que los inversores tendrían una idea más clara de la salud financiera de los países, en lugar de preocuparse por las deudas ocultas. Esto debería reducir los costes de los préstamos. La disciplina puede ser la mejor manera de ayudar a los países pobres a que se valgan por sí mismos.
(El autor es columnista de Reuters Breakingviews. Las opiniones vertidas en esta columna son responsabilidad exclusiva de su autor.)
(Editado por Swaha Pattanaik y Bob Cervi; traducido por Tomás Cobos en la redacción de Madrid)