Gustavo Monge
Praga, 21 jul (EFE).- Levantarse, tumbarse, hacer ejercicio, volver a sentarse... Un vuelo de 14 horas en clase turista puede dejar de ser una tortura, sin convertirse en un lujo inalcanzable, gracias a un innovador concepto de la distribución de asientos que permite más movilidad en los trayectos de larga duración.
"La clase económica son 300 asientos, todos idénticos, para 300 pasajeros, todos distintos, y que quieren cosas distintas durante un vuelo de 15 horas", es el razonamiento del que partió la idea de Airdream Interiors, la compañía fundada por el empresario uruguayo Alex Monestier.
Su nuevo concepto revisa completamente la disposición de los asientos en la clase económica, creando "distintos lugares, uno para estar sentado, otra para estar acostado, otro para esta de pie, otro para hacer ejercicio con unas pesas con resortes", entre los cuales se cambia haciendo la petición por medio de la pantalla del asiento, explica.
Habrá, por tanto, "módulos más cómodos, más compactos, para gente más gorda, para niños", lo que permitirá a las aerolíneas lograr mayores ingresos, toda vez que muchos pasajeros estarán dispuestos a pagar un poco más por viajar a gusto.
A raíz de su propia experiencia como pasajero de vuelos intercontinentales, el empresario constata que "en los viajes largos de 14 horas, y hasta 17 sin parar, los pasajeros están muy incómodos. Se les hinchan los pies".
Eso limita que personas con alguna inmovilidad física u otra complicación de salud, como trombosis o varices, por ejemplo, tomen el avión. Un impedimento que podría desaparecer sin que los costes del billete resulten prohibitivos.
"Muchos no pueden volar en clase económica por la incomodidad. Y no quieren pagar el triple por un pasaje (de primera clase o business), por lo que están dispuestos a abrir su billetera", afirma Monestier.
¿Y cuánto están los clientes dispuestos a pagar?: "Entre 100 y 200 euros para estirarse horizontalmente y dormir como un lirón, en vez de llegar extenuado", agrega.
El empresario considera que se puede incluso aumentar el pasaje, ya que los aviones no están limitados por el número de pasajeros y por el peso "sino por el volumen".
"Estamos trabajando en una forma tridimensional de ubicarlos para aumentar su cantidad", explica.
La pieza central del proyecto es un software que recibe peticiones e indica a qué lugar del avión deben desplazarse las personas.
"El sistema central espera los pedidos de los pasajeros y encuentra coincidencias, y da el aviso de cambiarse. Esto es único", afirma.
"Se podrá viajar desde Madrid a Vancouver fresco como una lechuga para disfrutar de la ciudad. Van a ahorrar horas de disfrute. Las consecuencias son realmente enormes", recalca.
Pero Monestier no sólo ve ventajas para los pasajeros, sino también la posibilidad de beneficios para las aerolíneas.
Hasta 16.000 millones de dólares extras podrían ir anualmente a las arcas del sector gracias a los ingresos por la venta de este servicio a sus pasajeros, todo tras una inversión en estos nuevos módulos que el empresario asegura quedaría amortizada en cuestión de meses.
El proyecto será presentado el 30 de julio en el pabellón de innovaciones (Aero Innovate) del festival de aviación de Oshkosk (Wisconsin, EEUU), uno de los más grandes del mundo.
"Esperamos que en 2016 las aerolíneas utilicen los módulos Airdream", confía el empresario. EFE
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