Ginebra, 16 nov (EFE).- El ministro de Asuntos Exteriores de
Brasil, Celso Amorim, afirmó hoy que la cooperación Sur-Sur puede y
debe contribuir a aliviar los efectos de la crisis económica, cuyo
mayor peso soportan los países más pobres.
Amorim intervino hoy como orador principal ante el Grupo de
trabajo sobre la dimensión social de la globalización, en el marco
del Consejo de Administración de la Organización Internacional de
Trabajo (OIT), para analizar la crisis financiera desde el punto de
vista de los países en desarrollo.
"La tarea de promover la dimensión social de la globalización
nunca ha sido tan crucial como en estos días (...) cuando vivimos un
crecimiento sin precedentes de los índices de desempleo y
subempleo", señaló.
Por ello, tras recordar que la crisis reveló las graves
deficiencias del actual modelo económico, recordó las palabras del
presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, de que "más que
ante una crisis de los grandes bancos estamos en una crisis de los
grandes dogmas" e hizo hincapié en la necesidad de poner el acento
en el empleo y la protección social.
"Es una falacia suponer que primero es preciso crecer para
después crear justicia social, que primero es necesario tener
índices económicos positivos para después crear empleo", añadió, y
puso como ejemplo el programa desarrollado en Brasil de la Bolsa de
Familia para reducir en parte la lacra de la desigualdad social.
Amorim subrayó que, según los datos de la OIT, se han perdido
unos 40 millones de empleos en esta crisis y que los efectos de este
desempleo se sentirán durante mucho tiempo.
Por ello, afirmó que la reunión de ministros de Trabajo del G-20
que tendrá lugar en EEUU en el primer semestre de 2010 "será un
momento clave en nuestros esfuerzos para construir un sistema
económico-financiero que recompense a la economía real y no a la
virtual, que remunere a los trabajadores y no a los especuladores, y
que retribuya a las empresas productivas y no a las que se dedican a
la especulación financiera".
"El éxito de la recuperación del nuevo modelo de crecimiento que
se desea promover será medido no sólo por la cantidad, sino también
por la calidad de los empleos que se creen", agregó.
Amorim destacó que el desarrollo social y económico también pasa
por un mejor acceso a los mercados para los productos agrícolas de
los países en desarrollo y denunció una vez más que, mientras se
trata de concluir la Ronda de Doha en el seno de la Organización
Mundial del Comercio (OMC), "los países de la OCDE gastan más en
subsidios para premiar la ineficacia de sus productores que en ayuda
al desarrollo".
"Según la FAO, se necesitan 44.000 millones de dólares para
revitalizar la agricultura en el mundo en desarrollo, una cifra
modesta en comparación con las decenas de miles de millones de
dólares que gastan cada año los países ricos en subsidios para sus
agricultores", añadió.
Por ello enfatizó los beneficios de la cooperación Sur-Sur,
porque -dijo "no se trata de dinero, sino de compartir
experiencias", y abogó porque esta cooperación "sea una preocupación
de los organismos internacionales".EFE