Luxemburgo, 4 oct (EFE).- El banco francobelga Dexia, acuciado por su exposición a la deuda griega, se encuentra al borde de tener que ser rescatado por las instituciones públicas, pese a haber aprobado con buena nota las pruebas de resistencia a la banca publicadas en julio de este año.
En este ejercicio de evaluación, Dexia obtuvo una de las mejores calificaciones entre los 90 bancos analizados, entre los que figuraron 25 entidades españolas.
Sólo un mes después, sin embargo, Dexia anunció unas pérdidas de 4.000 millones de euros durante el segundo trimestre de este año, las más elevadas de su historia, lo que volvió a poner a la entidad en el punto de mira de los inversores.
Una de las causas de los problemas actuales del banco francobelga es que, en el momento de realizar las pruebas de resistencia, la Autoridad Bancaria Europea no tuvo en cuenta que algunos países podían declarar la suspensión de pagos, fuese parcial o total, un hecho que afectaría a las entidades con mayor exposición a los mercados de deuda soberana.
Esto ocurrió 'de facto' cuando el 21 de julio los jefes de Estado y de Gobierno de la eurozona aprobaron el segundo rescate griego que incluía una reestructuración de la deuda equivalente a una quita del 21 % de la deuda helena en manos de algunos bancos, entre ellos Dexia.
Según las pruebas de resistencia, la entidad francobelga tiene una exposición bruta a la deuda griega de unos 3.462 millones de euros.
La agencia estadounidense de calificación Fitch rebajó el lunes la nota de la deuda del banco, mientras que otra de las tres grandes agencias, Moody's, amenazó con hacer lo mismo, lo que provocó un desplome del 10,16 % de las acciones de Dexia en la bolsa de Bruselas.
Los gobiernos francés y belga se comprometieron a hacer todo lo posible para evitar la caída de la entidad.
"Los gobiernos francés y el belga están detrás de sus bancos, sea Dexia u otro", afirmó el ministro de Finanzas belga, Didier Reynders.
Un nuevo rescate sería ya la segunda intervención del sector público en Dexia tras la que tuvo lugar en septiembre 2008, en este caso a causa de la crisis de las hipotecas 'subprime' en EE.UU.
Entonces, los gobiernos francés, belga y luxemburgués inyectaron 6.376 millones de euros para evitar su colapso.
Bélgica invertió 3.000 millones de euros, Francia otros 3.000 y Luxemburgo 376 millones.
Esta primera intervención pública se debió a la severa exposición a las hipotecas 'subprime' de su filial estadounidense FSA, dedicada a asegurar bonos.
Dexia tuvo que crear finalmente una facilidad de 816 millones de dólares para cubrir las pérdidas de FSA.
Los problemas de este banco no fueron los únicos en 2009, un año en el que el sector financiero belga se vio fuertemente sacudido y que obligó al Estado a intervenir otras entidades, como Fortis o KBC. EFE