Lara Malvesí
Estrasburgo (Francia), 28 sep (EFE).- El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, ha apelado al europeísmo y a una mayor integración económica como única vía para salir de la crisis, en un discurso del estado de la Unión que ha recibido el apoyo del grueso de la Eurocámara.
Barroso no ha presentado nuevas ideas, si bien ha confirmado su recetario habitual, esto es, la emisión de eurobonos, un impuesto sobre las transacciones financieras y un mayor compromiso de los Estados miembros con la Comisión Europea.
Celoso de las competencias de la institución que dirige, ha dicho que ésta ya es "el gobierno económico europeo", rechazando así la propuesta franco-alemana de nombrar al presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, a la cabeza de un gobierno económico de la eurozona.
Tras reconocer que la Unión Europea "se encuentra ante el desafío más grande de toda su historia", el líder de la Comisión ha reiterado a los gobiernos la necesidad de poner en práctica rápidamente el acuerdo del 21 de julio sobre la ampliación y los nuevos poderes del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF).
También ha expresado su confianza en que el Banco Central Europeo (BCE) haga todo lo que sea necesario para garantizar la integridad de la zona del euro y su estabilidad financiera.
Asimismo ha defendido la pertenencia de Grecia al euro, rechazando frontalmente la postura de quienes piden su expulsión.
"Grecia es y seguirá siendo socio del euro", ha dejado claro Barroso ante los eurodiputados, que han aplaudido mayoritariamente la declaración en la que ha vuelto a apelar a la "solidaridad" respecto a Atenas.
El presidente de la CE ha instado a la disciplina y a la solidaridad, pero también ha defendido la necesidad de medidas que promuevan la competitividad y el crecimiento.
Barroso ha tenido unas palabras para los jóvenes y el desempleo y ha señalado que en algunos países "la situación es dramática".
La UE está inmerso en una crisis financiera, económica y social, pero también en una de falta de confianza en los líderes, admitió.
"Podemos y debemos salir de la crisis", aseguró, y abogó por trabajar en pro de una "renovación europea".
"Si no avanzamos hacia una mayor integración, entonces corremos el riesgo de la fragmentación", advirtió.
En opinión de Barroso, la UE debe "completar la unión monetaria con una unión económica real".
Ante una grada entregada, Barroso se ha mostrado más europeísta que nunca y ha aprovechado para pedir "más orgullo europeo" frente a las críticas a la gestión de la crisis de otros actores globales como el presidente de EEUU, Barack Obama, que dijo que Europa "era lenta en sus decisiones" y que con sus crisis de la deuda estaba "asustando al mundo".
"Me hiere cuando me dicen con consejos paternalistas que hacemos las cosas mal. (...) Gracias por los consejos pero nos bastamos", ha afirmado.
Los populares (PPE) y socialistas (S&D) europeos han aplaudido casi sin fisuras el discurso y el tono optimista de Barroso, que sin embargo ha recibido más críticas de los liberales (ALDE) y, especialmente, de los euroescépticos británicos (EFD), que han tildado la alocución de Barroso de "propia de la URSS".
El líder de los liberales, el belga Guy Verhofstad, ha pedido a Barroso "que muestre la misma fuerza a la hora de defender el método comunitario cuando se reúna con los presidentes y primeros ministros de la UE".
Barroso ha cerrado el debate en esa misma línea de demanda de más Europa y ha apelado a "la confianza en el euro y la UE".
"Esta crisis no la han iniciado las instituciones europeas sino de los intereses nacionales que han puesto el cortapisas al avance de la UE", ha aseverado el líder portugués.
Coincidiendo con su discurso, la Comisión Europea ha aprobado una propuesta para imponer una tasa a las transacciones financieras en la UE que generará unos 55.000 millones de euros al año, según adelantó Barroso.
Inmediatamente después del discurso de Barroso, la Eurocámara ha dado luz verde al paquete de gobernanza económica de la UE, que permitirá a Bruselas imponer sanciones a los países que incumplan los objetivos de déficit y deuda. EFE
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