Javier Aja
Dublín, 24 sep (EFE).- La economía de Irlanda ha vuelto a
contraerse inesperadamente, al mismo tiempo que los problemas de
deuda y de credibilidad del Gobierno se acumulan, tras un comienzo
de año prometedor, en el que oficialmente dejó atrás la recesión.
Si el presente es "negro", el futuro a corto plazo es, como poco,
"incierto" porque el "Plan A" del Ejecutivo de Dublín para sacar al
país de la crisis pasa por una recuperación de la economía
internacional y por el saneamiento del sistema bancario nacional, en
el que ya ha inyectado unos 90.000 millones de euros, explica a Efe
Alan McQuaid, analista jefe de la consultora Bloxham.
De esa cantidad, unos 23.000 millones de euros han ido a parar al
Anglo Irish Bank, pero su agujero parece tan profundo que la cifra
final podría acercarse a los 40.000 millones, una suma que podría
elevar el déficit público irlandés -el más elevado de la Unión
Europea (UE)- durante 2010 hasta el 25% del PIB.
El problema radica en que nadie preveía esta semana que, de un
crecimiento del 2,2% en el primer semestre del año, se pasaría a una
caída del 1,2% en el segundo, sobre todo porque los analistas habían
anticipado una subida del 0,5%.
Un aumento modesto sí, pero suficiente para calmar los nervios de
los mercados internacionales después de una semana negra para el
país.
Aunque las agencias de calificación crediticia ya degradaron su
nota de solvencia durante el pasado verano, el verdadero mazazo
llegó esta semana, cuando los mercados de deuda llegaron a rebajar
el bono irlandés de 10 años respecto al alemán a una cotización del
6,56%, un máximo histórico.
"La sensación ahora es que la economía es mucho más débil y las
previsiones apuntan a que lo será aún más en el tercer trimestre del
año", explica McQuaid.
Preocupa sobremanera el retroceso del consumo público, alimentado
por el parón del sector de la construcción, que se contrajo un 28,8%
durante el segundo trimestre y que no "tiene visos de mejora",
apunta el analista.
También el fantasma del paro, superior al 12%, mantiene cosidos
los bolsillos de la mayoría de los irlandeses, acostumbrados durante
casi dos décadas a cifras que rondaban el pleno empleo.
El ciudadano está descorazonado por abultado montante del plan de
rescate bancario y por la obsesión del Gobierno con esta cuestión,
lo que ha evitado poner en práctica proyectos, por ejemplo, de
creación de empleo.
No hay "Plan B", arguyen los expertos. El Ejecutivo y los
mercados saben que el proceso de transferencia de activos tóxicos de
las entidades financieras a la Agencia Nacional de Gestión de
Activos (NAMA), una operación valorada en 81.000 millones de euros,
es lento.
El Gobierno, debilitado e impopular después de casi 14 años en el
poder, tiene poco margen de maniobra para cambiar ahora de rumbo ya
que sus opciones son muy limitadas.
Las medidas de austeridad previstas para los presupuestos
generales del próximo diciembre no casan con la generosidad hacia la
banca y otra subida de los impuestos o la ampliación de la base
fiscal no son electoralmente rentables.
Tampoco estarían bien vistos más recortes en el sector público,
la seguridad social y la sanidad, una trinidad que se lleva el 75%
del presupuesto del Estado.
Además, sindicatos y Gobierno suscribieron recientemente el
llamado "Acuerdo de Croke Park", por el que no se volverán a rebajar
los salarios hasta el 2014 a cambio de que los trabajadores acepten
ciertos "cambios en las prácticas laborales".
Así, la víctima elegida de cara al hachazo presupuestario parece
que será el gasto en infraestructuras, irónicamente, el sector con
más perspectivas de crecimiento, según dicta la opinión
generalizada.
"En el lado positivo -señala McQuaid-, Irlanda, a diferencia de
Grecia o Portugal y otras economías periféricas, es una economía
globalizada, flexible, donde las exportaciones están tirando del
carro y las multinacionales continúan logrando beneficios".
De hecho, la prima de riesgo de la deuda soberana irlandesa
recuperaba algo de calma hoy al retroceder a 418 puntos, los niveles
del cierre de ayer, después de batir un nuevo récord en la apertura
de la sesión, con 423 puntos básicos.
El mercado parece, pues, dar todavía un voto de confianza a
Irlanda, como quedó demostrado este martes cuando el Tesoro subastó
bonos a 4 y 8 años por un valor total de 1.500 millones de euros,
aunque con un interés en torno a un punto porcentual superior a las
anteriores emisiones de junio, del 4,767 y del 6,023%,
respectivamente.
La economía nacional volverá a pasar una prueba de solidez como
aquella el próximo 19 de octubre con otra subasta de bonos del
Estado con la espera ingresar otros 1.500 millones de euros que
sumar a los 20.000 que tiene en reserva hasta, al menos, mediados
del 2011.
Y esta misma semana, el Gobierno tiene previsto presentar la
factura final del rescate del Anglo Irish Bank, con perspectivas de
"ponerse en el peor de los casos posible".
"El mercado quiere ver cifras, aunque sean malas, y saber a qué
atenerse", concluye el analista. EFE