Desde otro lado del muro, turcochipriotas observan la crisis con preocupación

Andrés Mourenza

Nicosia, 27 mar (EFE).- Desde el otro lado del muro que separa en dos Chipre y su capital, Nicosia, la comunidad turcochipriota observa con preocupación el desarrollo de la crisis financiera de sus vecinos del sur.

"¿Se puede pagar con tarjeta?", pregunta Efe en una terraza de Nicosia Norte. "Sí, por supuesto", responde la camarera: "¿Por qué no iba a poderse?".

A la misma pregunta se suele dar una respuesta negativa en la parte sur de la capital chipriota, dado que muchos negocios se niegan a aceptar el pago a crédito debido al corralito bancario que sufren desde hace trece días.

Es una pequeña muestra de la división que se mantiene desde 1974: ese año, tras una década de enfrentamientos interétnicos entre la comunidad grecochipriota y turcochipriota de la isla y a raíz de un intento de golpe de Estado que pretendía la unificación de Chipre con Grecia, Turquía invadió el tercio norte de la isla.

Desde entonces, los turcochipriotas se han organizado en un estado, la República Turca del Norte de Chipre (RTNC), que sólo es reconocido internacionalmente por Ankara, y las dos comunidades están separadas por la llamada Línea Verde, bajo control de la ONU.

Ambas economías han permanecido totalmente al margen la una de la otra y la RTNC, aparte de los ingresos por la producción agrícola, las universidades privadas, el turismo y los casinos, sobrevive sólo gracias a la transferencia periódica de dinero del Gobierno turco.

"Durante años la economía del sur era mucho más fuerte que la del norte. Ahora Turquía tiene una economía boyante y nosotros estamos mejor y, en cambio, no sabemos qué ocurrirá con el sur ", explica un alto funcionario de la RTNC.

En 2003 se abrieron los primeros puntos de paso entre las dos zonas y comenzaron a darse los primeros intercambios: los grecochipriotas pasaban al norte a hacer la compra, más barata, y los turcochipriotas al sur en busca de trabajo.

"Últimamente cruzan muchísimos grecochipriotas", explica un guarda de fronteras de la RTNC en el check-point de la calle Ledra. De hecho, cada vez se ven más turistas que atraviesan la Línea Verde para visitar Nicosia Norte.

Sin embargo, Melis, dependienta de una librería, explica que la mayoría de grecochipriotas sólo cruzan la línea verde para apostar en la multitud de casinos de la RTNC: "Y los casinos son propiedad de inversores turcos, por lo que a los turcochipriotas no nos queda nada".

Ahora, a raíz de la crisis bancaria de Chipre, nadie sabe qué ocurrirá con estos contactos, indispensables para tender puentes entre dos comunidades largos años enfrentadas.

"Tememos perder a parte de nuestros clientes", lamenta Dogan Ertug, propietario de un bar en la parte turcochipriota.

"Además algunos turcochipriotas pusieron dinero en los bancos grecochipriotas, pensando que eran más sólidos que los nuestros y ahora lo perderán", añade.

Para Melis existen "muchos riesgos" derivados de la crisis de Chipre: "Quizás no tenga un impacto económico directo, pero estamos preocupados, porque todo lo que ocurre en el sur nos afecta".

Sin embargo, el ministro de Hacienda de la RTNC, Ersin Tatar, cree que no existe ningún peligro de contagio.

"Por supuesto que nos entristece lo que está ocurriendo en el sur, no queremos que nuestros vecinos lo pasen mal. Pero Chipre son dos países y nuestras economías están separadas", aduce en declaraciones a Efe.

Tatar asegura que el sistema bancario turcochipriota está en perfecto estado de salud, pues dado que sus entidades financieras no están reconocidas en el mercado tradicional, sólo pueden dedicarse a la banca más básica: actualmente disponen de 9.000 millones de liras turcas (3.800 millones de euros) en depósitos y han otorgado 6.000 millones (2.500 millones de euros) en préstamos.

"Tenemos muchísima liquidez y Turquía nos apoya económicamente", afirma el ministro.

Bajo el viejo hotel Saray, que aún conserva huellas de los disparos de la guerra de 1974 y está coronado por un inmenso cartel que promociona su Caesar's Casino, un grupo de tres búlgaras descansa y saborea un café turco.

Las tres llegaron hace una década a la parte grecochipriota, aunque una trabaja ahora en la RTNC como camarera.

"Antes eran buenos tiempos, cuando existía la libra chipriota. Tras la entrada del euro, todo subió de precio. Ahora, con la crisis de los bancos, la tienda de muebles en que trabajo perderá su dinero, cerrará y yo me quedaré sin empleo", se queja Ayten Smail.

"A Bulgaria no puedo volver porque no hay trabajo. Tendré que volver a emigrar, aquí al norte de Chipre o a Alemania", dice mientras sus tres dientes de oro brillan al sol de la tarde.

Al menos eso no se lo podrán quitar ni los conflictos políticos en Chipre ni la reestructuración de los depósitos.EFE

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