Helsinki, 20 mar (.).- La Organización Central de Sindicatos de Finlandia (SAK), la mayor confederación sindical del país, ha anunciado este miércoles que alargará una semana más, hasta el 31 de marzo, la huelga que mantiene desde hace diez días en protesta por el plan de reformas del Gobierno.
La decisión llega después de que fracasaran las conversaciones entre el secretario general de SAK, Jarkko Eloranta, y el ministro de Trabajo, Arto Satonen, para intentar poner fin a un conflicto que dura ya tres meses y ha provocado más de 1.000 millones de euros en pérdidas.
"Estamos decepcionados. Esperábamos imparcialidad y una suavización de unas medidas que son duras para los trabajadores, pero el Gobierno no ha accedido y va a seguir impulsando muchos objetivos de la patronal que son negativos para los asalariados", ha dicho Eloranta en un comunicado.
Según el líder sindical, muchas de las reformas que plantea la coalición gubernamental de derechas no tendrán ningún efecto sobre la creación de empleo o el equilibrio de las finanzas públicas, como defiende el Ejecutivo, sino que se basan en "motivaciones ideológicas".
El ministro de Trabajo ha considerado "lamentable" que la central SAK decida continuar con las protestas, ya que "la mejor manera de cambiar las cosas es conversar, no hacer huelgas".
Cerca de 7.000 trabajadores finlandeses se encuentran en huelga desde el pasado 11 de marzo para protestar contra las reformas y los recortes sociales anunciados por el Gobierno, unos paros que están paralizando el comercio exterior del país nórdico.
Esta huelga, que afecta sobre todo al transporte de mercancías por ferrocarril y a los puertos marítimos, ha obligado además a cerrar varias plantas papeleras y metalúrgicas debido a la falta de materias primas, y ha provocado interrupciones en el suministro de combustible en gasolineras y aeropuertos.
Las movilizaciones se suman a las huelgas celebradas de forma intermitente desde mediados de diciembre de 2023 en el país nórdico para intentar forzar al Ejecutivo que dirige el primer ministro conservador, Petteri Orpo, a que negocie sus políticas laborales con los sindicatos.