Por Inmaculada Sanz
BARCELONA (Reuters) - Las calles del centro histórico de Barcelona aparecían engalanadas con banderas catalanas e independentistas el sábado, víspera de una consulta simbólica que la mayoría de los ciudadanos de Cataluña quieren llevar a cabo para expresar su opinión sobre la relación con España.
Decenas de voluntarios desafiaban una jornada gris y lluviosa apostados en mesas improvisadas para informar a la población de cómo se llevará a cabo una iniciativa participativa que ha sido prohibida por el Tribunal Constitucional a petición del Gobierno español pero que aquí se espera que transcurra con normalidad.
"Hay muchas personas, sobre todo los mayores, a las que no les queda claro en qué colegio votarán, porque van a ser menos que en una jornada electoral normal, la participación puede depender también de eso", dijo a Reuters uno de los voluntarios en un puesto bajo el lema "Ahora es la hora" en catalán.
Miles de voluntarios de agrupaciones civiles se han hecho cargo de la organización a raíz de que el Gobierno de Mariano Rajoy dijera que no impediría una consulta organizada por la ciudadanía y no por la Generalitat, que la convocó después de prohibirse el referéndum de autodeterminación para la misma fecha.
Sin embargo, la Fiscalía anunció el sábado que iba a estudiar si el uso de lugares públicos constituía un delito, lo que podría llevar a que se inste a la policía autonómica a incautar unas urnas ya instaladas en los 1.317 centros de votación.
"Dudo mucho de que los Mossos actúen, ellos son catalanes, y los catalanes queremos votar", dijo David Pereira, estudiante de 26 años, que afirmó que votaría en contra de separarse de España, como, según un sondeo reciente, quieren el 48 por ciento de los 7,5 millones de habitantes de la comunidad autónoma.
Cataluña, una región industrial que goza de amplia autonomía dentro de un país a cuya economía aporta una quinta parte, ha vivido en los últimos años un auge del independentismo al calor de una profunda recesión económica en España.
"Se piensan que aquí somos ricos, estuve cinco años viviendo fuera de Cataluña, en Sevilla y Galicia, y te cansas", dijo Jordi, de 42 años, empleado de una tienda de licores junto a la plaza de Sant Jaume, donde un cronómetro gigantesco bajo la bandera catalana marcaba las horas que faltan para la apertura de las urnas.
Pero aunque la mayoría de los catalanes se sienten agraviados al entender que aportan a las arcas del Estado más de lo que reciben, otros muchos no quieren separarse de España.
"Yo mañana no voto, no lo veo necesario, lo que quiero es una Hacienda nuestra, gestionar nuestros propios ingresos, lo de la independencia no tiene sentido en un mundo que tiende a unirse", dijo un taxista de 29 años que no quiso dar su nombre y cuya familia procede de Extremadura, de donde llegó como otros muchos catalanes a labrarse un futuro económico mejor.
UNA FUERTE IDENTIDAD CULTURAL
Pese a que la economía es un factor clave en el auge independentista de los últimos años, la idea de que Cataluña cuenta con una identidad, una lengua y una cultura propia también pesa.
"Me identifico con su cultura y su música desde muy joven, es distinta, se me ponen los pelos de punta con la nova canço", dijo a Reuters Belén Murillo, de 39 años, sobre el movimiento musical catalán que reivindicó el uso de la lengua catalana en pleno franquismo.
"En el caso de que Cataluña se independizara, yo pediría la nacionalidad", añadió Murillo, politóloga madrileña que se siente catalana y que emigró hace dos años a Ecuador, donde trabaja como profesora universitaria y difunde la cultura de la región a través de la Asamblea Nacional Catalana (ANC).
Murillo es una de las decenas de residentes en el extranjero que han volado hasta Cataluña para depositar su voto el domingo, donde está empadronada y donde será una de los 5,4 millones de catalanes de más de 16 años que están convocados a las urnas.
"Mi país fue siempre Cataluña, para mí volver con el único propósito de votar tras 48 años fuera, 38 de ellos en Toronto (Canadá), es algo increíble", dijo a Reuters Televisión un anciano Josep Lluis Pérez en un encuentro con periodistas en Barcelona.
Miembros de los dos principales partidos catalanes, además de las organizaciones civiles, entienden que una participación de más de 1,5 millones de personas sería un éxito que presionaría al presidente Artur Mas para convocar elecciones autonómicas a modo de plebiscito.
No obstante, la posibilidad de que los nacionalistas de Convergència i Unió, actualmente en el poder, y los independentistas de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), a los que los sondeos dan como la fuerza más votada, vayan juntos a unos comicios con la independencia como programa es algo di
Por Inmaculada Sanz
BARCELONA (Reuters) - Las calles del centro histórico de Barcelona aparecían engalanadas con banderas catalanas e independentistas el sábado, víspera de una consulta simbólica que la mayoría de los ciudadanos de Cataluña quieren llevar a cabo para expresar su opinión sobre la relación con España.
Decenas de voluntarios desafiaban una jornada gris y lluviosa apostados en mesas improvisadas para informar a la población de cómo se llevará a cabo una iniciativa participativa que ha sido prohibida por el Tribunal Constitucional a petición del Gobierno español pero que aquí se espera que transcurra con normalidad.
"Hay muchas personas, sobre todo los mayores, a las que no les queda claro en qué colegio votarán, porque van a ser menos que en una jornada electoral normal, la participación puede depender también de eso", dijo a Reuters uno de los voluntarios en un puesto bajo el lema "Ahora es la hora" en catalán.
Miles de voluntarios de agrupaciones civiles se han hecho cargo de la organización a raíz de que el Gobierno de Mariano Rajoy dijera que no impediría una consulta organizada por la ciudadanía y no por la Generalitat, que la convocó después de prohibirse el referéndum de autodeterminación para la misma fecha.
Sin embargo, la Fiscalía anunció el sábado que iba a estudiar si el uso de lugares públicos constituía un delito, lo que podría llevar a que se inste a la policía autonómica a incautar unas urnas ya instaladas en los 1.317 centros de votación.
"Dudo mucho de que los Mossos actúen, ellos son catalanes, y los catalanes queremos votar", dijo David Pereira, estudiante de 26 años, que afirmó que votaría en contra de separarse de España, como, según un sondeo reciente, quieren el 48 por ciento de los 7,5 millones de habitantes de la comunidad autónoma.
Cataluña, una región industrial que goza de amplia autonomía dentro de un país a cuya economía aporta una quinta parte, ha vivido en los últimos años un auge del independentismo al calor de una profunda recesión económica en España.
"Se piensan que aquí somos ricos, estuve cinco años viviendo fuera de Cataluña, en Sevilla y Galicia, y te cansas", dijo Jordi, de 42 años, empleado de una tienda de licores junto a la plaza de Sant Jaume, donde un cronómetro gigantesco bajo la bandera catalana marcaba las horas que faltan para la apertura de las urnas.
Pero aunque la mayoría de los catalanes se sienten agraviados al entender que aportan a las arcas del Estado más de lo que reciben, otros muchos no quieren separarse de España.
"Yo mañana no voto, no lo veo necesario, lo que quiero es una Hacienda nuestra, gestionar nuestros propios ingresos, lo de la independencia no tiene sentido en un mundo que tiende a unirse", dijo un taxista de 29 años que no quiso dar su nombre y cuya familia procede de Extremadura, de donde llegó como otros muchos catalanes a labrarse un futuro económico mejor.
UNA FUERTE IDENTIDAD CULTURAL
Pese a que la economía es un factor clave en el auge independentista de los últimos años, la idea de que Cataluña cuenta con una identidad, una lengua y una cultura propia también pesa.
"Me identifico con su cultura y su música desde muy joven, es distinta, se me ponen los pelos de punta con la nova canço", dijo a Reuters Belén Murillo, de 39 años, sobre el movimiento musical catalán que reivindicó el uso de la lengua catalana en pleno franquismo.
"En el caso de que Cataluña se independizara, yo pediría la nacionalidad", añadió Murillo, politóloga madrileña que se siente catalana y que emigró hace dos años a Ecuador, donde trabaja como profesora universitaria y difunde la cultura de la región a través de la Asamblea Nacional Catalana (ANC).
Murillo es una de las decenas de residentes en el extranjero que han volado hasta Cataluña para depositar su voto el domingo, donde está empadronada y donde será una de los 5,4 millones de catalanes de más de 16 años que están convocados a las urnas.
"Mi país fue siempre Cataluña, para mí volver con el único propósito de votar tras 48 años fuera, 38 de ellos en Toronto (Canadá), es algo increíble", dijo a Reuters Televisión un anciano Josep Lluis Pérez en un encuentro con periodistas en Barcelona.
Miembros de los dos principales partidos catalanes, además de las organizaciones civiles, entienden que una participación de más de 1,5 millones de personas sería un éxito que presionaría al presidente Artur Mas para convocar elecciones autonómicas a modo de plebiscito.
No obstante, la posibilidad de que los nacionalistas de Convergència i Unió, actualmente en el poder, y los independentistas de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), a los que los sondeos dan como la fuerza más votada, vayan juntos a unos comicios con la independencia como programa es algo difícil de creer para algunos catalanes.
"Yo esto no lo veo, es muy raro, ¿CiU y Esquerra juntas? Pero si CiU es de derechas, y además nunca ha querido la independencia", dijo Jordi, el empleado de la tienda de licores que afirmó que el domingo acudiría a votar a favor de un estado independiente "si se lo permitía el trabajo y los turistas" que el sábado abarrotaban el centro histórico de la Ciudad Condal.