Por Dominic Evans y Oliver Holmes
BAGDAD/BEIRUT (Reuters) - Se han creado enemigos en todo el mundo y han aguantado tres meses de ataques aéreos liderados por Estados Unidos, pero los combatientes del Estado Islámico han cedido poco de su autoproclamado califato a las fuerzas que luchan contra ellos.
A lo largo de miles de kilómetros cuadrados en Siria e Irak, los islamistas radicales se enfrentan a una improbable mezcla de soldados iraquíes y sirios, milicias chiíes y kurdas y rivales suníes rebeldes en Siria. Y aunque han perdido el control de ciudades se han consolidado en otras partes en Irak.
En agosto el ataque del Estado Islámico a regiones kurdas iraquíes fue repelido y dos meses después sus combatientes fueron expulsados de Jurf al-Sajar, al sur de Bagdad. También lo fueron de dos ciudades cerca de la frontera con Irán el mes pasado.
Pero con pocas excepciones, como la ruptura del ejército de un asedio del Estado Islámico a la mayor refinería del país en Baiji, el control de los combatientes en las provincias predominantemente suníes del norte y el oeste de Bagdad no se ha puesto seriamente en jaque.
Sus rivales dicen que han reconquistado ciudades y que han cambiado las tornas, poniendo al Estado Islámico en una posición defensiva.
"Lo máximo que pueden hacer ahora es cortar una carretera o atacar un convoy, pero se han detenido por completo sobre cualquier avance en el territorio", dijo Hadi al-Amiri, jefe de la organización Badr, una milicia chií que junto con los kurdos encabezaron la reconquista de Saadiya y Jalawla, cerca de la frontera iraní.
El líder del Estado Islámico, Abu Bakr al-Bagdadi, arengando a sus soldados hace tres semanas, dijo que el envío de más asesores militares estadounidenses a Irak mostraba lo contrario. "Los ataques aéreos y constantes bombardeos de los cruzados a posiciones del Estado Islámico no han evitado su avance", dijo.
Desde su ofensiva en junio, ha habido poco éxito en irrumpir en sus provincias suníes de Anbar en el oeste y de Salahudin en el norte Bagdad, así como en el bastión suní de Nineveh, donde está la ciudad de Mosul que fue tomada por los islamistas en junio.
El experto iraquí en seguridad Hisham al-Hashemi dijo que el panorama en general era un estancamiento, con las fuerzas del Gobierno recuperando parte del territorio y el Estado Islámico imponiendo su poder en su zona de control.