Por Humeyra Pamuk y David Brunnstrom
WASHINGTON, 19 sep (Reuters) - Las capitales europeas celebraron la visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, en junio, cuando el principal diplomático del presidente Joe Biden hacía chistes en francés en París, posaba para selfies con jóvenes franceses y hablaba largo y tendido sobre revitalizar la relación atlántica.
Fue un soplo de aire fresco después de cuatro años de la política de "Estados Unidos primero" del expresidente Donald Trump, durante la cual los lazos de Washington con Europa dieron tumbos de una crisis a otra por decisiones políticas que a menudo pillaron desprevenidos a los países europeos.
Pero menos de tres meses después de la gira de reparación de lazos de Blinken, Washington se encuentra en una crisis diplomática sin precedentes con Francia por un acuerdo trilateral con Gran Bretaña para suministrar a Australia submarinos de propulsión nuclear, lo que hundió un contrato de 40.000 millones de dólares por buques diseñados por Francia.
Francia reaccionó con furia, diciendo que el nuevo acuerdo se había tramado a sus espaldas y, recurriendo a un lenguaje casi inédito en los pronunciamientos públicos entre aliados, lo calificó de "brutal" y de "puñalada por la espalda".
El viernes fue más allá, tomando la extraordinaria medida de llamar a consultas a sus embajadores en Washington y Canberra, y acusar al gobierno Biden de actuar como Trump al dejar de lado a París.
Los analistas dicen que la crisis más que comercial es de confianza, y aunque los funcionarios estadounidenses esperan que se calme rápidamente, tiene el potencial de hacer un daño duradero a la alianza con Francia y Europa, y pone en duda el frente unido que Washington ha estado tratando de forjar contra el creciente poder de China.
Los diplomáticos franceses dijeron que se enteraron por primera vez del acuerdo cuando la noticia se filtró a los medios de comunicación australianos horas antes del anuncio oficial del miércoles, pero el primer ministro de Australia, Scott Morrison (LON:MRW), insistió en que había dejado claro al presidente francés, Emmanuel Macron, en junio, que podría desechar el acuerdo.
De cualquier manera, desde la perspectiva francesa, el movimiento de Estados Unidos va en contra de lo que el gobierno de Biden ha prometido desde el final de la era Trump: un retorno al multilateralismo y a la estrecha cooperación con socios y aliados, con Europa como un elemento importante.
"Esto hace que los europeos se den cuenta de que quizá algunas de las políticas de Trump, más allá de los escándalos y los tuits, no eran una aberración sino que señalaban un alejamiento más profundo de Europa", dijo Benjamin Haddad, director del Centro de Europa del Atlantic Council.
"En un momento en el que el gobierno de Biden quiere reunir a los europeos en un frente transatlántico común para hacer frente a la asertividad china, ¿por qué no traer al actor clave de la UE en la región?".
Algunos consideran que es una torpeza política del gobierno de Biden, justo después del caótico final de la intervención estadounidense en Afganistán, que duró dos décadas y sobre la que los países europeos se quejaron de que no se les había consultado adecuadamente.
Al igual que en Afganistán, esta nueva operación "Estados Unidos primero está mal concebida y aun más mal ejecutada", dijo un diplomático francés.
INTENTOS DE CALMAR A FRANCIA
Blinken ha intentado calmar el enfado francés, calificando a París de aliado vital y de larga data en el Indo-Pacífico y en otros lugares, y la Casa Blanca y el Departamento de Estado emitieron rápidamente declaraciones apaciguadoras después de que París retiró a sus embajadores.
El Departamento de Estado dijo que Washington espera seguir discutiendo la cuestión al más alto nivel en los próximos días, incluso durante la Asamblea General de las Naciones Unidas de la próxima semana.
David Bell, profesor de historia de la Universidad de Princeton, dijo que los precedentes indicaban que la crisis acabaría por superarse.
Los franceses estaban claramente "muy molestos" y lo demostraron de una forma "bastante dramática", dijo, al tiempo que recordó momentos anteriores de gran tensión, como la retirada de Francia del mando de la OTAN en la década de 1960 y la negativa en 2003 a unirse a la invasión de Irak liderada por Estados Unidos.
Sin embargo, las relaciones diplomáticas no se han suspendido, y en algún momento los embajadores regresarán, pronosticó Bell, quien recordó que el gesto de Macron se da antes de una elección posiblemente ajustada el próximo año.
"Macron está tratando de despertar esa tradición gaullista de independencia francesa" en política exterior, dijo.
DEBILITAMIENTO EN EL INDO-PACÍFICO
Si bien los aliados de la OTAN bien podrían encontrar la manera de recuperarse de lo que algunos consideran la peor crisis diplomática de su historia, los expertos advierten de un grave daño a la estrategia de Biden sobre China.
El acuerdo trilateral sobre los submarinos debería reforzar la mano de Estados Unidos y sus aliados frente al creciente poderío chino, pero el daño causado por el distanciamiento de Francia podría ser mayor.
"China debe estar riéndose hasta el cansancio", dijo Francois Heisbourg, asesor principal para Europa del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. "Tienen la perspectiva de eliminar la posible presencia de Europa junto a Estados Unidos en la zona del Indo-Pacífico".
Si bien unos lazos más fuertes entre Estados Unidos y Australia preocuparían al gobierno chino, Francia, la principal potencia militar de la UE, ha adoptado una postura firme al instar a una línea dura con China cuando otros países de la UE, como Alemania, han parecido más preocupados por no perturbar los lazos comerciales con Pekín.
"Hay una desventaja para China, pero creo que la ventaja es mayor: la idea de que Europa va a permanecer esencialmente al margen y no va a desempeñar un papel activo en el Indo-Pacífico en su conjunto", dijo Heisbourg.
Francia podría reducir su énfasis para concentrarse en sus intereses específicos en el Indo-Pacífico, en lugar de trabajar para contrarrestar a China de una forma más decidida.
Un día después de que se anunció el acuerdo sobre los submarinos, la Unión Europea dio a conocer su estrategia formal para impulsar su presencia en el Indo-Pacífico y contrarrestar a China. Pero con Francia desinteresada, aumenta el riesgo de que el esfuerzo nazca muerto o de que la estrategia transatlántica hacia China se desarticule aún más, dijo Heisbourg.
"Debemos sobrevivir por nuestra cuenta, como hacen los demás", dijo el jefe de la política exterior de la UE, Josep Borrell, hablando de la "autonomía estratégica" que Francia y Macron han defendido.
Aun así, otros analistas creen que la imperiosa necesidad de contrarrestar a Pekín ayudará a los países occidentales a superar sus diferencias.
"El creciente nivel de ansiedad global sobre China es la marea que levanta todos los barcos aquí", dijo Greg Poling, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington.
"Estoy bastante seguro de que van a ser unos meses difíciles, pero París va a superarlo porque sus intereses estratégicos le dictan que tiene que superarlo".
(Reporte de Humeyra Pamuk y David Brunnstrom; reporte adicional de Steve Holland, Heather Timmons y Mike Stone; Editado en español por Javier López de Lérida)