Por Ingrid Melander y Johnny Cotton
AMIENS, Francia (Reuters) - En la puerta de un colegio en la ciudad francesa de Amiens, una nota escrita a mano anuncia los resultados de las elecciones legislativas del fin de semana pasado. Ganó, de lejos, la abstención.
Ni un tercio de los 1.803 votantes registrados en el vecindario de Saint-Maurice se molestaron en ir a votar al colegio electoral.
La poca participación de esta primera vuelta de las elecciones podría causar problemas al presidente Emmanuel Macron, que nació y creció en esta ciudad. Aunque se espera que su partido gane fácilmente la segunda vuelta de este domingo necesitará todo el apoyo que pueda para evitar las protestas callejeras que podrían obstaculizar sus planes de reformas sociales y económicas de gran calado.
Los que se quedaron en casa el pasado fin de semana hablan de su desilusión con la política en un país donde la creación de empleo va despacio, y también de su frustración con unos comicios donde el resultado ya se da por hecho.
"Ya estamos hasta arriba de problemas y nunca saldremos de ellos, al menos no durante un tiempo, así que ¿qué sentido tiene ir a votar?", dijo a Reuters Amelie Leroy, de 25 años y trabajadora de una sala de maternidad.
Francia es un país donde la participación electoral es tradicionalmente alta pero se quedó en un 48,7 por ciento en la primera vuelta de las legislativas, la concurrencia más baja en ese tipo de elecciones de la historia moderna. Una encuesta de OpinionWay apuntó el jueves a una participación aún menor, del 46 por ciento, en esta segunda vuelta.
Los sondeos predicen que los comicios del domingo darán al movimiento de Macron, La República en Marcha, y a su aliado unos tres cuartos de los 577 escaños de la cámara baja.
Eso dará al presidente una legislatura con el poder suficiente para las reformas que planea, que incluyen recortar decenas de miles de empleos del sector público y facilitar las contrataciones y los despidos.