Por Vivian Sequera
SAN ANTONIO DE LOS ALTOS, Venezuela, 4 ago (Reuters) - Juan Carlos Rodríguez y su esposa Haydee llevaban a uno de sus perros al veterinario en Venezuela cuando encontraron a un perezoso en la carretera que se había caído de un cable eléctrico después de sufrir una descarga.
Llevaron al perezoso, de la especie Bradypus variegatus, común en partes de América del Sur y Central; al veterinario y pudieron salvarlo, aunque el animal perdió sus dos extremidades traseras y las garras de su brazo izquierdo.
Lo apodaron "Chuwie" en honor al peludo personaje de Star Wars, Chewbacca, y decidieron abrir en su casa el Centro de Rescate Chuwie El Galán, para el rescate, rehabilitación y liberación de osos perezosos heridos, el primero en el país, según veterinarios.
Los animales, famosos por sus lentos movimientos, obtienen su alimento y protección de los depredadores al pasar el tiempo en los bosques tropicales, pero son propensos a sufrir ataques o lesiones cuando están fuera de ese entorno.
El centro, ubicado en la localidad de San Antonio de los Altos a unos 20 kilómetros al suroeste de Caracas, ha atendido hasta ahora a más de 40 perezosos desde aquel 9 de junio del 2020 cuando los Rodríguez rescataron a Chuwie.
"Queremos ser la NASA de los perezosos", dijo Haydee Rodríguez, una comunicadora social de 37 años, refiriéndose a la agencia espacial estadounidense, al describir los planes que tienen para realizar investigaciones sobre los perezosos debido al limitado conocimiento de esos animales en Venezuela.
Ni ella ni su esposo, Juan Carlos Rodríguez, un diseñador gráfico de 46 años, son veterinarios, pero han aprendido a brindar tratamiento con la ayuda de capacitaciones en línea de expertos en Chile y Costa Rica. Esperan reservar 400 metros cuadrados de su propiedad de 1.100 metros para mediados del próximo año y poder tratar a entre 25 a 50 perezosos.
Las necesidades de financiamiento no son apremiantes porque los perezosos comen hojas silvestres, mientras amigos veterinarios en Chile les han enviado donaciones de medicinas.
Las lesiones de Chuwie significaron que no podría sobrevivir en la naturaleza, por lo que se ha quedado en la casa de dos pisos de los Rodríguez en San Antonio de Los Altos, una zona rodeada por un verde bosque que es un hábitat natural para los perezosos.
En un balcón de la casa de los Rodríguez, Chuwie, un macho que calculan tiene entre 2 a 4 años de edad, come algunas hojas mientras permanece colgado de unas ramas que la pareja ha colocado y atado en forma de una instalación vertical. Otros perezosos reciben números, porque los Rodríguez quieren que regresen a la naturaleza en lugar de vivir con la gente.
Seis especies de perezosos viven en América Central y del Sur, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que dice que sus hábitat se han visto afectados por la deforestación y la degradación de los bosques tropicales.
Solo el perezoso pigmeo de tres dedos, la especie bradypus pygmaeus que vive en Panamá, está en peligro crítico de extinción, según la agencia de la ONU.
"Lamentablemente hemos invadido su hogar" o los bosques donde habitan, dijo la veterinaria venezolana, Annika Guillén, residente en Chile desde 2018 y quien conoció el centro a través de las cuentas de redes sociales y ha prestado su asesoría en el tratamiento de alguno de los animales.
"Somos unos locos, todos amantes de los perezosos", dijo Guillén, al destacar que apoyan a los Rodríguez y han desarrollado una red de veterinarios e investigadores para prestarle colaboración, incluso enviándole medicamentos.
No hay cifras sobre la población de perezosos de Venezuela, dijo Juan Carlos Rodríguez. El Ministerio de Información no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.
Los Rodríguez recientemente pasaron nueve días dando tratamiento a la perezosa "43" por una lesión en el ojo y una infección respiratoria después de que una familia cercana lo encontrara en el estacionamiento de su casa. El 30 de julio, llevaron a la hembra de 4,1 kilos al bosque cerca a su casa, y la vieron alejarse a través de la maleza.
(Reporte de Vivian Sequer. Edición Mayela Armas/Gabriela Donoso)