Por Drazen Jorgic
MALAM JABBA, Pakistán (Reuters) - En lo alto de la estación de Malam Jabba en el antaño peligroso valle pakistaní de Swat, los esquiadores se deslizan colina abajo, un nuevo telesilla chino transporta a los turistas a la cima y un lujoso hotel está en construcción para sustituir a otro que los talibanes quemaron.
Los talibanes declararon que el esquí era una actividad antiislámica durante su régimen de terror en el Swat entre 2007 y 2009, pero las mejoras de seguridad en los últimos años han permitido que renazca el turismo del esquí en Malam Jabba, una estación en la región montañosa de Hindu Kush.
Los locales la promocionan como 'la Suiza de Pakistán', y acogerá un torneo de esquí a nivel internacional en enero. Pero se trata de una experiencia con un marcado carácter pakistaní. Los controles fronterizos abundan y los policías llevan armas cuando suben a la montaña, a pesar de los carteles de los telesillas que advierten: 'No fumar, no portar armas'.
No hay copas 'après-ski', ya que el alcohol está prohibido, y no hay raclettes suizas, pero el curry de lentejas y las hamburguesas fritas proporcionan suficiente combustible para los esquiadores.
"Nunca había visto la nieve. Estoy muy emocionado", dijo Usman Shaukat, un estudiante de 22 años que viene del abrasador Punjab, en el sur, después de su primera clase de esquí.
Shaukat ha recorrido unos 600 kilómetros, ha desafiado montañas llenas de baches en autobuses públicos para llegar a las pistas y es parte de una nueva oleada de turistas domésticos que se está generando en un contexto de mejoras de seguridad, avances económicos de la clase media y la revelación en Facebook (NASDAQ:FB) y otras redes sociales de un Pakistán que muchos no sabían que existía.
Por otro lado, ahora también es más fácil para los paquistaníes viajar dentro del país que ir al extranjero.
Los viajes por carreteras regionales son complicados, con el vecino Afganistán desolado por la guerra e India, país archienemigo, a un paso. A ello se suma que Estados Unidos y muchos países europeos han endurecido sus restricciones como parte de las nuevas medidas de seguridad.
LOS ATAQUES RECIENTES AMENAZAN EL TURISMO
Los militantes islamistas han perdido mucho territorio, pero los talibanes y otros grupos como Estado Islámico todavía llevan a cabo ataques a gran escala.
Una serie de ataques golpeó la semana pasada las cuatro provincias de Pakistán y dos ciudades importantes, matando a cerca de 100 personas y logrando que se tambaleara la entonces creciente sensación de que lo peor de la violencia en este país quizá ya era parte del pasado.
Antes de los ataques del 11S en Estados Unidos, los extranjeros conformaban la mayor parte del turismo en Pakistán. Hoy, las embajadas occidentales advierten acerca de visitar gran parte del país.
Las dimensiones actuales del turismo doméstico son difíciles de calcular, ya que los datos a nivel nacional son escasos desde que el gobierno disolvió el ministerio de turismo en 2011.
En la zona de Gilgit-Baltistan, donde están los Himalayas y la segunda montaña más alta del mundo, el K2, las cifras del turismo doméstico alcanzaron el año pasado los 700.000, frente a los 250.000 que hubo en 2014. Los turistas extranjeros supusieron menos del 2 por ciento de todos los visitantes, según el departamento de turismo de Gilgit-Baltistan. 2017-02-21T172639Z_1_LYNXMPED1K17A_RTROPTP_1_PAKISTAN-TOURISM.JPG