Las acciones chinas no consiguen hacer amigos últimamente. El desplome del mercado inmobiliario, el aumento de las tensiones geopolíticas, el debilitamiento de la confianza de los consumidores y las escasas medidas de estímulo adoptadas por el Gobierno han provocado una fuerte caída de las acciones chinas. Y eso tiene que hacernos pensar: con el pesimismo sobre las perspectivas del país tan alto en estos momentos, tal vez valdría la pena ser un contrarian. Y al menos un indicador sugiere que sí: la "prima de riesgo" de las acciones chinas ha alcanzado un nivel que históricamente se ha asociado con rentabilidades fantásticas en los próximos 12 meses.
Esta medida de la prima de riesgo, a veces denominada "modelo de la Fed", compara la rentabilidad de los beneficios del mercado bursátil con la rentabilidad de la deuda pública a largo plazo. Cuando caen las valoraciones de las acciones, aumenta su rentabilidad (la inversa de su relación precio/beneficios (PER)). Dicho de otro modo, una alta rentabilidad de los beneficios significa que el PER es bajo y que los precios de las acciones son baratas en comparación con sus beneficios. Del mismo modo, cuanto mayor es la rentabilidad de los bonos, más baratos son. Por tanto, si observamos la diferencia entre la rentabilidad de los beneficios y la rentabilidad de la deuda pública a largo plazo, tenemos una guía útil, aunque aproximada, del atractivo relativo de las acciones frente a los bonos.
En la actualidad, la rentabilidad de los beneficios del índice CSI 300 de acciones chinas se sitúa en torno al 8%, 5,7 puntos porcentuales por encima de la rentabilidad de la deuda pública china a 10 años. Esta diferencia rara vez ha sido tan grande en las dos últimas décadas. Y, por primera vez desde al menos 2005, la rentabilidad de los dividendos del CSI 300 ha superado la rentabilidad de los bonos a largo plazo. En esencia, todo esto indica que las acciones chinas están baratísimas. O, si prefierís un criterio más tradicional, podéis fijaros en el PER, basado en los beneficios esperados de las empresas chinas: está por debajo de 10 veces, aproximadamente la mitad de la media mundial.
Ahora bien, lo más destacable de la versión china del modelo de la Fed es su fiabilidad histórica a la hora de predecir la rentabilidad futura de las acciones. En las últimas dos décadas, ha habido cinco ocasiones en las que la brecha entre la rentabilidad de las acciones y el de los bonos ha superado los 5,5 puntos porcentuales, incluyendo la crisis financiera de 2008 y la pandemia de 2020. Tras cada uno de esos cinco periodos, las acciones subieron durante los 12 meses siguientes, con una impresionante rentabilidad media del 57%. Dicho esto, las baratas valoraciones de las acciones chinas no han resultado ser suficiente atractivo para los inversores últimamente. Pero para los que se atreven a adoptar una postura contraria, al menos les tranquiliza saber que la historia está de su parte.